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Roberto Oliván, en unos depósitos de hormigón. :: J. RODRÍGUEZ
Roberto Oliván, en unos depósitos de hormigón. :: J. RODRÍGUEZ

¡Ding, dong...!, vinos libres

  • Tentenublo Wines se presenta el próximo día 16 en el club de catas de lomejordelvinoderioja

  • El viticultor Roberto Oliván inyecta, con su desparpajo y su personal apuesta por el terruño de Viñaspre, un auténtico soplo de aire fresco en Rioja

Atado a un poste de viña, enterrado entre gavillas... Son imágenes con las que el aficionado puede encontrarse a Roberto Oliván en Internet, un joven viticultor de Viñaspre (pedanía de Lanciego) que, sin complejos, se rebela contra las ataduras y convencionalismos. Con su discurso y sus hechos, Oliván reivindica el orgullo del viticultor de Rioja, apesadumbrado hoy en día por la presión de la globalización vitivinícola: «Tengo 8,5 hectáreas, hago 45.000 botellas y el proyecto Tentenublo acaba ahí».

Oliván, Tentenublo Wines, tiene claros los orígenes: «Corría el año 2010 y la uva la pagaban a 50 pesetas; había que echar para adelante y lo hice porque, de la misma forma que mi abuelo y mis padres vivieron de esto, yo también creo que puedo hacerlo». Tentenublo nació en el 2011 y hoy es un proyecto reconocido, primero por los consumidores y más tarde por la crítica, que se ha rendido al empuje de este joven viticultor que vive por y para sus viñas: «He catalogado 22 parcelas diferentes y podría tener 30 ó 40 vinos distintos; con esta diversidad cómo voy a pretender hacer otras cosas si aún me falta casi todo por descubrir en nuestras viñas familiares», se pregunta.

cata

  • Plazas agotadas

Este alegato de la diversidad natural contrasta con las exageradas inversiones en edificios, en tecnología, en barricas... que se impusieron en el mundo del vino y que, en realidad, lo único que hacían era dificultar las posibilidades de desarrollo de los auténticos protagonistas, los viticultores: «En la sencillez está la complejidad», asegura Roberto Oliván.

El nombre Tentenublo hace referencia al repique de campanas con que en los pueblos de Rioja se avisaba de la posibilidad de granizada; Oliván elabora en depósitos de hormigón y en tinos de castaño (anteriores a la llegada de este material a las bodegas de Rioja) y uno de sus vinos, Xérico, reproduce la imagen de su abuelo: «Él si que tenía el título de viticultor..., yo todavía me estoy sacando el carné», bromea.

Su proyecto, en definitiva, es un repetido guiño a la viticultura tradicional de Rioja de hace 50 años, lo que se traduce en unos vinos que -lejos de la 'explosión' y la concentración que hasta hace poco se pedía a cualquier vino de más de diez euros- resultan muy agradables, pero, al tiempo, ricos en matices y complejidad: «Nos hemos olvidado para qué servían los vinos, para beber básicamente», argumenta.

La cata

Roberto Oliván presentará el próximo día 16 para los aficionados de lomejordelvinoderioja.com su gama de vinos de 'aldea' y su colección de parcelas: el Escondite del Ardacho (un lagarto ocelado que vive en sus viñedos), cuyo diseño -obra de la empresa riojana Calcco y del propio Roberto- ha sido premiado en varios concursos nacionales e internacionales.

Tentenublo Blanco 2014 se elabora con viura, malvasía y calagraño procedentes de las cabezadas de cinco parcelas. La principal sorpresa es esta última uva, desdeñada por la mayoría (racimo y grano gordo) pero apreciada por este joven viticultor: «No es aromática, pero tampoco lo es la viura, y, en viñedos viejos y en su sitio, aporta mucha complejidad; a mí, personalmente, me recuerda mucho a la variedad palomino».

Xérico 2014 responde al concepto de vino de aldea de Roberto Oliván, con mezcla de tempranillo y viura: «Las uvas proceden de tres parcelas de margas calizas y es el vino más directo y 'sencillo', el que se ha bebido en mi casa toda la vida a diario». Aunque en este caso, el joven viticultor le aporta una crianza en tinas de roble durante unos 6 meses.

Tentenublo Tinto 2014 responde también al concepto de vino de pueblo, con mezcla de diferentes parcelas (18) de terrenos de margas areniscas que le aportan más estructura que al anterior. «La diferencia fundamental la marca el suelo», explica Oliván.

Los vinos 'escondidos'

El Escondite del Ardacho es la colección de vinos de parcela, producciones limitadísimas de menos de una hectárea que forman parte de un proyecto en el que Roberto Oliván se ha 'enfrascado' para demostrar las infinitas posibilidades de los terruños de Rioja, en este caso localizados en exclusiva en la pequeña localidad de Viñaspre. De momento, la colección se compone de tres 'Ardachos' -las Paredes, las Guillermas y el Abundillano-, aunque es muy posible que en breve vayan asomando de su escondite por el mercado nuevos 'lagartos'.

El viticultor presentará en la cata dos de ellos: Las Guillermas y el Abundillano, agotados en bodega. «Las Guillermas -explica el viticultor- incorpora un porcentaje elevado de viura de más de 70 años y el resto es empranillo de la misma parcela, de un suelo aluvial muy raro en la zona que nos encontramos y que es lo que aporta la personalidad propia al vino». Escondite del Ardacho el Abundillano es un vino marcado por un suelo de areniscas rojas y, sobre todo, por la uva garnacha que, en una zona alta y fresca como Viñaspre, aporta un perfil muy diferente a las más tradicionales garnachas cálidas mediterráneas.