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La máquina milagrosa

  • disfruta del vino

  • El enólogo recuerda la reciente campaña viral sobre la tecnología que obtiene vino del agua, un gran éxito de impacto, pero lejos de la realidad

  • Convertir el agua en vino: de las bodas de Caná a Internet

En estas últimas semanas una noticia ha revolucionado los blogs y las páginas web relacionadas con el mundo del vino: la aparición de la Miracle Machine (Máquina Milagrosa) ha corrido como la pólvora entre los aficionados. El motivo no es otro que, según sus creadores, es capaz de convertir el agua en vino al más puro estilo de las bíblicas bodas de Caná.

Esta máquina, que conjuga la tecnología de Silicon Valley con la tradición vitivinícola de Napa Valley, permitiría al aficionado obtener vino en tres días a partir de agua gracias a la mencionada máquina, unos ingredientes que se suministran con la misma y una aplicación para el móvil.

Su funcionamiento, en teoría, es bien sencillo: la aplicación para el móvil te guiaría para obtener el tipo de vino que quisieras disfrutar, habría disponibles seis varietales de amplia aceptación en los mercados internacionales, mediante una mezcla de concentrado de uvas y una levadura recomendada para cada estilo. Todo esto se mezclaba con el agua en la máquina y la aplicación controlaba el proceso hasta lograr una fermentación completa del vino. Además, el usuario podría elegir el tipo de crianza que quería dar a su vino, desde una corta crianza de un par de meses hasta más de un año en barrica, utilizando el tercer día unos misteriosos compuestos de finalización. Por último, aseguraban que con un coste de dos dólares por botellas se obtenía un vino cuyo valor de mercado rondaría los 20 dólares dada su calidad. Lo que para muchos aficionados era la oportunidad para convertirse en enólogo de sus propios vinos, me planteaba, sin embargo, una importante cantidad de dudas. En primer lugar, las cuestiones técnicas, ya que el proceso tenía numerosas lagunas para llevar a cabo la obtención de un vino.

Pero lo más importante es que suponía la pérdida de la esencia del vino. La viticultura dejaría de tener el papel fundamental que tiene en la elaboración de los buenos vinos ya que sólo interesaría para obtener unos preparados que dieran al vino color, aromas y algo de estructura sin importar el origen de la uva. Además se obtendrían vinos estandarizados, impersonales y sin tipicidad, ya que se eliminarían las diferentes posibilidades de elaboración de los vinos y sobre todo el sello personal del enólogo.

Afortunadamente nada esto era cierto, sólo se trataba de una campaña viral de Internet para dar a conocer una ONG llamada Wine to Water, cuyo propósito es proporcionar agua potable a poblaciones que no tienen acceso a la misma. La financiación de los diferentes proyectos se hace a través de la venta de vinos y de la organización de eventos enológicos.

Por último, me gustaría aprovechar la oportunidad para destacar la estrecha relación entre el agua y vino, desde la cepa a la botella y la importancia de optimizar el uso del agua, tanto en el campo como en la bodega. Ya he hablado en otras ocasiones de la huella de carbono en la elaboración del vino, pero también existe una huella hídrica del proceso que engloba el consumo de agua en todas las fases del proceso y que deberíamos estar realmente concienciados en reducir mediante procesos más eficientes, evitando despilfarrar un bien tan preciado como el agua.