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Raíces profundas

Imagen de la sala de catas del Hotel Gran Vía, con el enólogo de espaldas.
Imagen de la sala de catas del Hotel Gran Vía, con el enólogo de espaldas. / DÍAZ URIEL
  • Alfredo Bernáldez expuso un proyecto basado en el viñedo viejo y en la personalidad de las variedades históricas de Rioja

  • Bodegas Alvia protagonizó el martes la cata mensual de lomejordelvinoderioja.com

Una historia. Es la que está construyendo Alfredo Bernáldez al frente de Bodegas Alvia (Ventosa). Una historia de identidad asentada sobre viejos viñedos, largas crianzas en barrica y botella y una colección de varietales de las principales uvas de Rioja. Bernáldez, con un proyecto en expansión tras unos difíciles comienzos que le encaminaron, sí o sí, a los mercados exteriores, presentó en el club de catas de lomejordelvinoderioja.com el pasado martes un conjunto de vinos cargados de originalidad: «Desde el primer momento tuvimos claro que teníamos que pensar, hacer, algo diferente, que no podíamos ser una más de las 600 bodegas de Rioja», explicó el enólogo.

Bernáldez buscó durante años viñedos viejos, con personalidad, propiedad de viticultores históricos a los que ofreció confianza y precio para que cultivaran a su modo con la vista puesta a largo plazo. Ideó una colección de varietales de viura, tempranillo, garnacha y graciano, invirtió en buenas barricas y lanzó las botellas, con un atractivo y 'clásico' vestido, a mercados internacionales no habituales de Rioja, que hoy compran el 85% de su producción.

La bodega -comenzó elaborando de alquiler- llegó después, a partir del año 2010 con la compra en Ventosa, en el mismo Camino de Santiago, de unas instalaciones que ahora está adaptando tecnológicamente y para el desarrollo del negocio enoturístico.

La cata

El enólogo comenzó con el Livius Blanco 2008, en el que domina la viura sobre un aporte de malvasía, una mezcla del propio viñedo de 90 años de edad: «Hacemos unas 6.000 botellas que vendemos en el exterior». «El vino fermenta y se cría durante seis meses en roble francés y caucásico, con mucho trabajo con sus lías», describió Bernáldez. Un vino que, por su color, recuerda a los históricos blancos de Rioja, contundente en boca y que necesita su tiempo para respirar tras casi cinco años en botella. El concepto busca un nicho exterior, de los blancos de larga crianza que Rioja dejó de hacer, pero que siguen teniendo clientela internacional.

Antes de los varietales tintos, el enólogo presentó Miletos 2011, un crianza de viñas más jóvenes, la gama elaborada para rotación por la bodega, y con unas 'hechuras' casi perfectas: vivo color, fruta madura y regalices típicos del tempranillo, con una fina madera presente pero no dominante. «Es un vino comercial, con un tanino amable y elegante, que nosotros identificamos como línea clásica, por la clasificación como crianza en este caso, la mezcla de variedades tradicionales (tempranillo, garnacha y mazuelo), pero en el que domina la fruta y, sobre todo, la frescura», explicó Bernáldez.

Livius Garnacha 2007 es el vino que más trabaja el enólogo. Garnachas viejas, de las pocas que quedan del Alto Najerilla, y casi mimo con los robles caucásicos para que en la larga crianza la madera no se 'coma' esta delicada variedad: «Es una garnacha mucho más atlántica, que las más conocidas de La Rioja Baja, para mi gusto mucho más fresca y sutil».

El Livius Tempranillo 2008, con 30.000 botellas, es la máquina que mueve la colección de varietales de Bodegas Alvia. Después de una larga crianza en barrica (18 meses) y botella (tres años) antes de salir al mercado, se muestra en la copa sin evolución, reducido al inicio, y fresco, como todos, con acidez y consistencia.: «Es el vino que más nos identifica, con una selección de viñedos de entre 70 y 90 años, aunque ahora estamos haciendo pruebas con emparrados de 40 años para ver, si en el futuro, los vamos incorporando también a nuestros vinos».

El Livius Graciano, «100% insistió el enólogo», y uno de los mejores de la cata para el que escribe, muestra a las claras las peculiaridades de esta difícil uva: color casi negro, potencia, estructura y un gran trabajo en la bodega para convertir los taninos en amables y elegantes. «Sorprende, y gusta mucho en determinados mercados, ya que es lo más parecido a vinos de syrah y otras variedades francesas potentes que podemos hacer en Rioja, con viñas viejas y propias», explicó Bernáldez.

La gama de varietales presenta en común de alto equilibrio (con grado y acidez elevadas), consistencia, frescura y potencia, pero en todos los casos con un gran trabajo para afinar taninos y matices.

Sorpresa de cierre

El bodeguero quiso aprovechar el auditorio 'local' para mostrar a los aficionados una selección de 8 barricas (7 de tempranillo y 1 de graciano) de la añada 2006 y embotelladas desde hace varios años en primicia: «El año que viene sacaremos un vino, que aún no hemos decidido cómo vamos a definirlo en el mercado, pero que será nuestro 'top'. Potente, estructurado -sorprendente incluso porque es difícil en orden de cata colocar algo detrás del graciano- y, como todos, muy bien afinado con la madera y la botella.