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A ritmo de barrica

/ Andrea Aragón
  • Bodegas Tritium han traído desde Francia unas barricas desmontadas de 500 litros para luego montarlas en su calado, debido a la estrechez de su escalera

Los maestros toneleros parecen hacer una bonita, rítmica y muy sonora (más bien ruidosa) coreografía alrededor de la barrica. Repiten los mismos gestos, movimientos, pasos y martillazos que ya llevaron a cabo hace unos días, cuando la misma barrica se montó por primera vez en Francia para luego desmontarla, viajar con sus trozos 700 kilómetros y volver a construirla ya dentro del calado de Bodegas Tritium, en Cenicero. Cada pieza debe ir en su lugar, por lo que cada duela tiene su número, cada cello su marca y cada tapa su lugar.

Ha sido un proceso necesario, y el único que se les ocurrió, para que este espacio pudiera tener en su interior, a 9 metros bajo tierra y tras unas (muy) estrechas y empinadas escaleras, unas cubas de 500 litros, el doble de lo que suele ser habitual. Era físicamente imposible bajarlas, así que la única solución era montarlas en la tonelería Tonnellerie Du Soud Oues, en Gaillac, desmontarlas, llevarlas por partes y construirlas de nuevo en Cenicero. "Yo quería unas barricas como estas porque es como siempre se había hecho en este calado y porque es el tipo que le va más a nuestros vinos, de viñas viejas, muy estructurados. Estas barricas respetan más la fruta. El sabor está muy integrado en el vino ", explica Francisco Rubio.

El sonido de los martillos bajando y ajustando cada cello dentro del pequeño calado es ensordecedor. Los maestros toneleros, franceses, ponen toda su concentración en cada milímetro, cada golpe, cada giro. Un trabajo perfecto evitará fugas y tener que rehacer todo el proceso. "En Francia se estudia en las escuelas de oficios y es una labor muy reputada", explica Juan López, director de la delegación de España de la tonelería francesa, que parece muy ilusionado con el lugar y que reconoce que nunca habían tenido que llevar a cabo un trabajo de esta forma. "Es un trabajo muy laborioso", asegura.

Las manos y, la maña y la fuerza de los toneleros, las duelas y algo de engrudo en la zona de la tapa son los únicos elementos con los que se sella la barrica. Como curiosidad, Juan explica que el engrudo es una masa hecha con agua y harina, pero se descubrió que podía tener trazas de gluten y afectar a los celíacos, "por lo que se hace un una harina libre de gluten".

Tras un suave lijado exterior para hacer la obra más suave al tacto, llega el momento de comprobar que se ha hecho bien el trabajo. Cada una de las 8 barricas que han montado en Tritium se llena de agua y cambia de posición cada poco tiempo, para comprobar que no hay fisuras que puedan hacer que el vino se estropee y se pierda. El siguiente paso es llenarlas de vino y esperar que los avispados visitantes intenten adivinar, una vez dentro del estrecho calado, cómo pudieron bajar las barricas por esas escaleras por las que hay que bajar agachado, encogido, con toda la atención en cada paso, y tras las que se puede viajar a una forma de hacer vino "como las de antes".