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¿Cómo deberían ser los envases de vino del futuro?

¿Cómo deberían ser los envases de vino del futuro?

  • Etiquetas que cambian de color cuando la temperatura es la correcta, corchos que informan sobre el estado del vino... es el futuro del vino

Las bodegas buscan los envases de vino de la era 4.0, más ligeros, ecológicos y hasta antifraude; formatos "inteligentes" que interactuarán con smartphones y tabletas, y recomendarán el momento óptimo de consumo, informarán de las condiciones del transporte y mostrarán videocatas y maridajes.

La creatividad será cada día más importante y, en este contexto, el Ministerio de Economía y Competitividad ha creado un Grupo de Trabajo de Innovación y Diseño, en el que se incluye el vitivinícola, según la Plataforma Tecnológica del Vino.

Muestra de ello es el creciente número de profesionales y artistas que colaboran con la industria para "vestir" al mejor vino.

En el campo de los envases inteligentes, se investiga en dos vías: los sistemas que aseguran la trazabilidad y autenticidad del producto -gracias a códigos Qr y dispositivos móviles-, especialmente pensados para la exportación; y etiquetas termocromáticas que cambian de color ante determinados parámetros de temperatura o humedad para garantizar la idoneidad del vino.

Los investigadores buscan tapones que cambien de color para mostrar que el líquido esté en perfectas condiciones de venta o que absorban el oxígeno residual en el espacio de cabeza de la botella.

Asimismo, habrá envases "activos" que liberarán sustancias que alarguen la vida útil del vino y aromas agradables en el descorche, destaca la responsable de I+D del Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene), Susana Aucejo.

También se ensayan nuevos materiales de los envases, como "biopolímeros" o "PLA" -ya utilizado para bandejas de sandwich o frutas-, elaborados a partir de residuos agrícolas y alimentarios, como el maíz, arroz, pan o la industria vegetal, señala Aucejo.

Matarromera trabaja, en este contexto, en un proyecto europeo orientado a crear un material elaborado con subproductos de la uva -reciclable, más ligero y sostenible- y en un recubrimiento interior que mejora la permeabilidad de distintos gases -lo que permitirá que se conserve mejor el vino-, aunque probablemente hasta el año próximo no comercializarán ninguna referencia con este formato.

El director del OEMV, Rafael Del Rey, apunta que el mundo del vino es muy conservador, aunque ahora se detectan ciertos cambios, más en producto que en envase, como muestra el lanzamiento creciente de "frizzantes", espumosos, bajos en alcohol y bebidas de vino.

Bag-in-box (bolsas de vino contenidas en cajas) y botellas diferentes al vidrio, como el plástico, no se prodigan en España, pero sí triunfan en otros mercados internacionales, recuerda.

"Es en sí la forma de vestir el envase lo que está cambiando: etiquetas, cápsulas, decoraciones de botellas...", afirma Del Rey; en todo caso, "todo tiene su mercado" y "nunca podemos descartar que algo se ponga de moda", aunque hasta ahora no haya triunfado.

Desde los estudios riojanos "Moruba", Javier Euba asegura que la innovación es clave para las firmas que irrumpen en el mercado, ante el creciente número de referencias que se abarrotan en los lineales.

"Mucha gente se basa en lo visual para comprar. !Al final deciden por la etiqueta!", según Euba, más aún en un sector donde las empresas apenas hacen campañas de publicidad para diferenciarse.

Eso sí, "cada bodeguero debe tener claro cuál es su proyecto y a quién quiere llegar. Nosotros le hacemos trajes a su medida, pero cada empresario debe sentirse cómodo con él", añade el creativo.

"Entendemos que un vino o cava además de ser bueno y tener buena relación calidad-precio, ha de ser atractivo. El consumidor, ante diferentes botellas de similar precio, calidad y marca conocida, suele escoger el más bonito, aquel que tiene los mejores envases, embalajes y etiquetas", indica desde Cavas Torello Toni de la Rosa.

Entre las innovaciones que han dejado su impronta, destaca la experiencia de Mar de Frades, que sorprendió hace años con su etiqueta termosensible: un barco azul emerge en el logotipo cuando la temperatura -inferior a 11 grados- es óptima para consumirlo.

Azpilicueta (DOCa Rioja) tiene en su portfolio un rompedor estuche que contiene cinco referencias en pequeños envases cilíndricos -con forma de tubo de ensayo-; Emilio Moro (Ribera del Duero) fue pionera en incorporar en las etiquetas la lectura en Braille y un código BIDI para visualizar las catas, y Bodegas Torres ha introducido diseños creativos y artísticos en muchas botellas.

Más recientemente, Estal Packaging sorprendió con el envase "DobleAlto®": una doble altura en la base de la botella, sin aumentar la cantidad de vidrio empleado.

Verallia ha lanzado una novedosa aplicación para tabletas basada en la tecnología de la realidad aumentada, Virtual Glass, que posibilita que las bodegas simulen la imagen de sus vinos eligiendo entre varios modelos de botella y jugando con el color del vidrio, el tipo de vino, las etiquetas y las cápsulas.

Esta compañía también ha ideado un vidrio que, con la luz negra, "muta" a azul fluorescente, lo que permite diferenciar la botella de la competencia en vitrinas de bares y locales de moda.

Son sólo algunos ejemplos. Pero la industria del envase y el diseño en alimentación y bebidas, darán mucho que hablar.