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El mito del vino, al descubierto

Espectacular imagen de la nave de elaboración. A la derecha, la entrada de las uvas que, enfriadas previamente en cámaras refrigeradoras de la pared norte, pasan a la mesa de selección manual y luego a la cinta de selección de grano despalillado; de ahí, van a los OVIs de 500 kilos y, poco a poco, a los depósitos de fermentación, de madera para el Macán y de acero inoxidable para el Macán Clásico. / Justo Rodriguez
  • Diario LA RIOJA publica las primeras imágenes del interior de la bodega riojana de Vega Sicilia, el gran proyecto de las familias Álvarez y Rothschild

Agua, Sol y Tierra. Así definieron arquitectónicamente los tres edificios de la nueva bodega que las familias Rothschild (accionistas de Chateau Laffite) y Álvarez (Vega Sicilia) han construido en Samaniego y en la que, por primera vez esta vendimia, elaboran sus vinos Macán y Macán Clásico: «Agua -la nave de recepción de uva y vinificación- es la más alta (al norte), en referencia a la familia Rothschild y sus viñedos bordeleses; Sol, la tercera y más al sur, recuerda a la familia Álvarez y a sus viñedos españoles de Castilla y León; y Tierra, la intermedia, es la fusión de ambas familias para este gran proyecto», explica Ignacio Calvo de Mora, gerente de Bodegas Benjamin de Rothschild &Vega Sicilia.

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La bodega ha trabajado contra reloj durante los últimos meses para poder vinificar en sus propias instalaciones: «¡Uff! ha habido momentos que pensábamos que no llegamos... pero aquí estamos». El interior de la Vega Sicilia riojana recuerda a la original de Valladolid: pulcritud al extremo, última tecnología, espacios diáfanos para facilitar el trabajo..., al servicio de la casi obsesión de Pablo Álvarez y Ariadne de Rothschild por elaborar los mejores vinos posibles: «Éste es un proyecto a largo plazo y los Macán irán creciendo con el tiempo a medida que lo haga la propia bodega», explica Ignacio Calvo.

Rothschild&Vega Sicilia concluyó la semana pasada la vendimia, temprana para la comarca, antes de las lluvias y con extraordinarias expectativas: «Nuestros rendimientos medios son de 3.600 kilos por hectárea; hemos tenido una maduración perfecta, así que hemos ido despacito y con tranquilidad», apunta Aitor Fernández, responsable de viticultura de Rioja.

Las dos familias promotoras han invertido 22 millones de euros en las nuevas instalaciones, aunque la mayor parte del desembolso ha sido para la compra de viñedos: «Tenemos 120 hectáreas, 90 de ellas en producción, con la idea de mantener siempre esas 30 de sustitución para reposiciones y replantaciones», explica Fernández. El grueso del viñedo, prácticamente el 90%, se localiza en San Vicente, el alma de los Macán -el nombre de los vinos hace referencia al apodo con que se conoce a los vecinos y a un antiguo utensilio de vendimia del pueblo- , aunque la bodega se instalase en Samaniego: «Vendimiamos en cajas de doce kilos unos 280.000 kilos de uva, pero de momento estamos seleccionando poco más de 200.000», explica el responsable de viticultura.

El concepto es plenamente bordelés, un gran vino y una segunda marca que comercializa Vega Sicilia con cupos: «La idea es llegar hasta un máximo de 350.000 botellas, pero despacio, entendiendo los viñedos y la elaboración de Rioja, así que de momento nos 'conformamos' con 200.000 botellas», indica Ignacio Calvo. Luis Carlos Crespo es el bodeguero de Rioja, que ya elaboró las primeras cosechas de los Macán en las instalaciones de alquiler de Leza: «Nada tienen que ver con las actuales, así que todo esto se irá reflejando en los vinos».

El procesado

La bodega vendimia y, al día siguiente, procesa. La uva se enfría en las propias cajas de vendimia durante 24 horas en las naves de refrigeración integradas en la fachada norte del edificio más alto. Al día siguiente, pasan por una mesa de selección de racimos y, en segunda instancia tras su despalillado, por una nueva selección de granos.

Las uvas caen por gravedad a unos minidepósitos de acero inoxidable, OVIs de 500 kilos -aunque no se desplazan por grúas sino por ruedas terrestres con Wi-Fi-, que se cierran automáticamente cuando alcanzan la capacidad y que trasladan la uva sin golpeo ni presión alguna a los depósitos de fermentación: «Tenemos 45 depósitos; 20 son tinas de madera para el Macán y 25 de acero inoxidable para el clásico».

En la viña, la bodega ha identificado 120 parcelas y el enólogo trabajará con 22 lotes diferentes de vinos: «Más o menos viene marcado desde el viñedo si van para Macán o para Clásico, pero la selección definitiva se hará antes de pasar a barrica».

La sala de barricas, por el momento, continúa vacía: «Cuando acabemos la vendimia, iremos a por ellas [siguen en Leza]».

Vega Sicilia pasa todas sus barricas por un tren de lavado y, tras someterlas a una temperatura de 74 grados -fruto de un proyecto de I+D la bodega ha comprobado que desaparece cualquier resto de brett- estarán listas para envejecer los vinos. La nave cuenta con un panel de cristal móvil que permite aislar una zona y aumentar la temperatura para las fermentaciones malolácticas, un proceso que ha puesto bajo la lupa Luis Carlos Crespo. «Nos gustaría 'quitar' un poco de madera al Macán y vamos a empezar a combinar la barrica nueva con otras de un vino y también pensamos en limitar a un 20% las malolácticas en madera».

En la nave intermedia de la bodega se encuentran los depósitos de homogenización del vino antes del embotellado y el enólogo cuenta también con pequeños depósitos de 10.000 litros para la experimentación: «Estamos probando el cemento y el hormigón; trabajamos también en su momento con roble húngaro pero lo descartamos». «Sacamos los Macán después de varios años de prueba -continua-, hasta estar seguros de que daban la talla y éste sigue siendo un proyecto a largo plazo que seguirá mejorando».

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