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Todos los caminos del Rioja

Participantes en la mesa redonda del Foro del Vino organizado por el Club de Marketing. :: l.r.
Participantes en la mesa redonda del Foro del Vino organizado por el Club de Marketing. :: l.r.
  • Tres bodegas, tres enfoques de cómo diferenciar los vinos en el horizonte del 2030

No hay un único Rioja, sino un universo panorámico de vinos que agrupados bajo el mismo paraguas acreditan características comunes, por supuesto, pero también gozan de una identidad propia. Una evidencia clamorosa que, sin embargo, necesita ser reiterada con sospechosa insistencia por todos los actores de la Denominación. Como los convocados la semana pasada por el Club de Marketing en una nueva edición del Foro del Vino: una mesa redonda protagonizada por María Larrea (CVNE), Agustín Santolaya (Roda) y Arturo Miguel (Artuke), que componían un polifónico coro cuyas voces, lejos de apagar el eco del vecino, construyeron una melodía que suena ya con insistencia. ¿La letra? Diferenciación, mejora de la democracia interna en la DOC, más participación... Y atención mayúscula a los dictados del mercado.

Esas fueron las conclusiones mayoritarias del debate, que abarrotó la sala del Espacio Lagares. Decenas de asistentes, alguno de los cuales tomaron la palabra en el coloquio posterior, asistieron a un pugilato dialéctico incruento, cuyo vencedor fue... el Rioja. La diversidad que se reclamaba para la DOC se correspondía con la diversidad propia que acreditaban los convocados: Larrea, Santolaya y Miguel representaban a tres bodegas distintas, con sensibilidades igualmente diferentes, aunque durante el intercambio de pareceres se observaría que estaban unidos por un compromiso común en defensa del Rioja. Una visión que, como recordó con frecuencia Arturo Miguel, hunde sus raíces en la tradición. En lo mejor de la historia del Rioja: «Cuando quieres innovar, es mejor mirar cincuenta años atrás», reiteró el ideólogo de Artuke.

Una opinión compartida por sus compañeros de debate, aunque con matices. Agustín Santolaya prefirió poner el foco sobre la conveniencia de que el camino hacia la diversificación tuviera en cuenta la opinión del mercado, con el precio por botella como un indicador fiable para determinar la diferenciación de cada vino, a la vez que alertó sobre un mal que empieza a detectarse desde Bodegas Roda: que el Consejo Regulador, inmóvil durante tanto tiempo ante los vientos de cambio que reclamaba el sector, corra el riesgo de precipitarse como solución a la deserción de Artadi. «No cerremos puertas», vino a concluir, «pero en el mundo del vino son malas las prisas».

Despacio, despacio

Lentitud se llama la figura: una idea abrazada también por María Larrea, partidaria confesa de que la DOC se dote de mayor flexibilidad y agilidad «para no cortar las alas a la gente que llega nueva», aunque con algún matiz: «Todo va muy despacio en el mundo del viñedo, pero la normativa debe ser más ágil para adaptarnos a los nuevos tiempos». Y más mensajes coincidentes: respeto sobresaliente por las labores de viticultura, apuesta por mejorar la comunicación, entronización del consumidor (o, al menos, que su opinión se tenga más en cuenta)... Fueron algunos de los conceptos que sobrevolaron el animado coloquio, que había puesto la vista en el horizonte del 2030. ¿Dónde estará la DOC Rioja entonces? De las respuestas de los participantes en la mesa redonda se deduce que hay motivos para el optimismo... si el sector en su conjunto persevera en las prácticas más adecuadas. De lo contrario, como enfatizó gráficamente Miguel, el Rioja puede verse «con un flotador en medio del océano esperando a que pase un barco a lo lejos».

Una fea perspectiva que los tres se comprometieron a combatir mediante los usos habituales en sus respectivas bodegas: búsqueda de la singularidad y de la excelencia... que reclaman un nuevo marco normativo, una petición sobre la que el debate pareció decantarse hacia su conclusión. En el éter flotaban pertinentes reflexiones como la firmada por María Larrea, tal vez porque su condición de responsable de CVNE le concede una visión poliédrica de la DOC: «Tenemos más fuerza bajo una misma marca». La marca Rioja: un sello global que merece todos los cuidados desde el punto de vista administrativo y legal («Si en Rioja se cumpliera la normativa, sería la mejor Denominación del mundo», aventuró Santolaya), pero que debe fortalecer su espíritu como demandan desde Artuke: buceando hacia la diferenciación que le otorgan elementos tan singulares como «su paisaje, su tradición y su historia».

Ovación final. ¿Resumen? El Rioja será lo que quieran ser sus principales protagonistas. Si les dejan.

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