Cuando una persona toma una decisión: comprar algo, realizar un viaje, un instante antes sus neuronas cerebrales -las que en realidad deciden- ya habían elegido la opción. Hablamos de lo que debieran ser nuevas técnicas de neuromarketing y de prestación de servicios para entender qué quieren o gustan las personas como clientes/consumidores; cómo actúa el cerebro a la hora de tener que elegir entre un vino u otro, entre una posible experiencia enoturista de un tipo u otro.
El turismo del vino, los vinos y la gastronomía gustan a la gente como formas exquisitas de vivir experiencias, de disfrutar comiendo y bebiendo; mas, para tener éxito al servir ofertas al respecto, lo que en verdad importa es la gestión y las personas. Teniendo en cuenta esto, hay que ofrecer productos, diseñar propuestas atractivas y diferentes que conciten experiencias y recuerdos sensoriales, personales; y que sean además competitivas y rentables.
¿Qué se puede hacer al respecto? Las agencias de publicidad emplean mucho dinero (invertido por las empresas) haciendo encuestas para recabar opiniones (con respuestas personales y subjetivas del tipo: «Si es que no sé qué vino comprar o dónde ir de escapada un fin de semana») y luego así diseñar campañas de marketing. Pero fallan en lo más elemental, en el enfoque: no preguntes sobre gustos; mejor indaga sobre el funcionamiento de los procesos sensoriales/mentales de las personas.
En las agencias de publicidad al uso, gustan pasar por alto cómo realmente funcionamos, cómo son nuestros procesos neurofisiológicos. Fíjate cómo funciona nuestro cerebro: los terminales sensoriales captan los estímulos que son transportados por los neurotransmisores y depositados en las sinapsis, donde son recogidos por sus respectivos receptores para que las neuronas especializadas correspondientes interpreten o «valoren» la información suministrada en base a un binomio elemental: o significa alerta/peligro/evitación o por el contrario placer/relax/aproximación.
Dicho de otra manera, en los asuntos relacionados con servicios exclusivos de ocio (turismo de vino) y productos gourmet (vinos de calidad y gastronomía) la clave está en estimular a los neurotransmisores u hormonas -llamadas del placer- endorfinas, serotoninas y otras. Lo importante es que los estímulos sensoriales accionen nuestros circuitos de recompensa -en las sinapsis- para desencadenar tal o cual sensación placentera. Hacer ejercicio físico, la risa, practicar sexo, escuchar música, realizar con éxito tareas que requieren maestría manual, comer y beber. son actividades que generan hormonas del placer.
Las personas, eje diferenciador
Ahí es donde hemos de utilizar el llamado sentido común y no fatigar mentalmente a las personas/clientes con exceso de ofertas/opciones cada cual más parecida entre sí. Por ello, a la hora de realizar los servicios, de utilizar técnicas de venta y comunicación efectivas, lo que se precisa es que profesionales -personal entrenado- realicen actividades vivenciales, participativas; que posean habilidades comunicativas que capten la atención, seduciendo con argumentos; que conozcan el protagonismo del subconsciente y sepan mover emociones; y a la vez que faciliten la elección y la «sirvan en bandeja».
Las personas/trabajadoras son el eje diferenciador con respecto a la competencia en la prestación de servicios a las personas/clientes. El mundo del ocio y del turismo ya no comprende únicamente viajar, sacar fotos y comer y dormir, sino implementar toda una serie de acciones y puesta en escena de actividades que dan como resultado una experiencia inolvidable que se queda impresa en la memoria para siempre.
Solamente diseñando e implementando estrategias promocionales efectivas que motiven a la persona/cliente podremos tener éxito en nuestra empresa. Finalmente, además, a la hora de prestar los servicios, es imprescindible no solo saber qué hay que hacer sino cómo hacerlo. Este 'know how' profesional, o modo de hacer, es el valor añadido de una empresa respecto a otra que opera en el mismo sector.