Un vistazo al santoral demuestra que episodios como el del pasado 28 de abril han estado históricamente en la mente de los viticultores. San Marcos (25 de abril) -'Marcos, Marquete...'- es uno de los santos más conocidos en Rioja, dado que de mediados a finales de abril es un momento crítico para las heladas en Rioja. En Ribera del Duero se teme más a Santa Rita (22 de mayo), ya que es el momento crucial de la brotación en la región: «La helada de Santa Rita... todo lo quita», cuenta el refranero. Pero fue San Prudencio, patrón de La Rioja Alavesa -conocido como el santo 'meón' ya que suele venir acompañado de agua- el que ejerció de cruel vendimiador este año, con muy graves consecuencias para La Rioja Alta y Alavesa.
Torremontalbo, en la desembocadura del Najerilla, marcó claramente la línea del hielo en La Rioja Alta. Hoy, tres semanas después del accidente natural, las consecuencias son perfectamente visibles: al oeste, un importante retraso vegetativo, a la espera todavía incluso de que algunos ciegos empiecen a rebrotar, y, sin embargo, al este, viñas adelantadas, con una importante carga vegetal y de incipientes y futuros racimos como puede verse en las imágenes que acompañan esta crónica.
Manuel García, viticultor y bodeguero (Bodegas Mazuela), junto con su primo Francisco Javier, recuerda la de autos como una de las peores noche de su vida: «Nos avisaron a las doce de la noche que estaba helando y fuimos al viñedo a regar con los aspersores». «No era la primera vez y en otras ocasiones -el agua cubre los brotes y hace efecto 'iglú'- ha funcionado, pero llegamos hasta cuatro bajo cero y durante muchas horas». Los viticultores no han esperado y decidieron quitar hojas y los primeros brotes helados. «Queremos uva y hay que intentar que los ciegos salgan cuanto antes; para ello hay que quitar los nietos que no traerán racimo». «El mayor problema -explican- está en los viñedos viejos por la sequía; será difícil incluso que tengan producción».
Un hecho que pasará factura, sí o sí, a los vinos más 'top' de las comarcas afectadas, aunque los viticultores persisten en salvar los 'muebles como sea'. «En nuestro caso -explican-, estamos asegurados pero la prima de 66 céntimos se reduce a escasos 30 si llega con la franquicia y la menor producción». ««El peritaje de ahora del seguro no sirve para nada; el importante será en septiembre con la carga que realmente tengan las cepas».
De momento, afortunados al tener la posibilidad de riego en varias fincas, los viticultores han cargado de agua los suelos: unos 100 litros por metro cuadrado. «El agua es fundamental y, sobre todo, el trabajo». Veinticinco personas han estado limpiando los viñedos helados estos días y, sobre todo en los emparrados, queda mucho por hacer: «Habrá que ir subiendo las alambres para intentar manejar los sarmientos, pero el problema es la desigualdad fenológica». «El predrisco -continúan- arrasa cuando te toca, pero suele ser más focalizado; lo peor que te puede pasar es el hielo, con esta intensidad, porque eso significa trabajo, trabajo y trabajo... y tanto trabajo se traduce también en muchos costes».
En este sentido, en la misma viña hay cepas muy afectadas y otras no tanto. «Tendremos vendimia para rato; probablemente empezaremos en septiembre y, si todo va bien, podríamos acabar para los Santos». El principal problema al que se enfrentan precisamente los viticultores es el desigual grado madurativo de las parcelas y, sobre todo, de los renques e incluso cepas. Las labores de espergura, deshojado, reorganización de los sarmientos y de la propia vegetación serán muy cuidadosas con el fin de equilibrar al máximo las maduraciones, hasta el punto de que el propio jefe técnico del Consejo Regulador, Pablo Franco, calificó la campaña de 'heroica'.
Es habitual estos días y los pasados que viticultores se junten en los caminos para comprobar el estado de los viñedos. Comparte conversación también Luis Mari, quien, como si quisiera inspirar el inicio del reportaje del cronista recurre al santoral para explicar lo sucedido: «Me cagüen San Prudencio y su p... madre; en vez de llover...». «Este año me preguntaron si no iba a San Isidro y les dije que no quiero ni verlo; menudas tres campañas llevo, piedra, más piedra... y ahora helada».