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Cata de Bodegas Ilurce / Juan Marín

  • La familia Escudero presentó anoche las nuevas elaboraciones de Bodegas y Viñedos Ilurce

La familia Escudero reivindica la identidad de Rioja Baja con su apuesta por las garnachas históricas y los gracianos, marcados por la influencia mediterránea y la continentalidad por la cercanía al Moncayo.

Potencia. Es el denominador común en los vinos de Bodegas y Viñedos Ilurce. La bodega familiar de Alfaro exporta el 90% de su producción a los mercados americanos (Canadá y, sobre todo, EEUU). Quizá por ello la estructura y la intensidad es una demanda de sus propios clientes, aunque también es consecuencia de la coherencia de la familia Escudero con la localización de sus viñas -60 hectáreas en Alfaro, con la calidez de la influencia mediterránea y la rotundidad continental de los viñedos en altura próximos al Moncayo- y con su apuesta por las variedades 'locales' garnacha y graciano.

Amador Escudero tiene claro que la garnacha necesita completar su maduración para ofrecer toda su expresión frutal y que el graciano es una uva que se adapta a la perfección a la comarca: “Nuestros viñedos no están en el valle, sino en las laderas del monte Yerga donde todavía conservamos plantaciones centenarias de garnacha y donde los gracianos llegan a su ciclo completo madurativo para ofrecernos vinos diferentes, muy propios de nuestros terruños”, explicó el viticultor de la familia que comparte con su hermana Ana las labores en bodega.

La familia Escudero presentó el miércoles por la noche para lomejordelvinoderioja.com el nuevo proyecto de Bodegas Ilurce, una firma familiar que hunde sus raíces en varias generaciones de viticultores y que en el año 2010 inauguró la actual bodega y puso en marcha un nuevo proyecto: la elaboración de garnachas históricas de finca, cuyos primeros resultados compartió ayer con los aficionados.

La cata

Amador y Ana Escudero comenzaron con el Ilurce Rosado 2016, la referencia más conocida de la casa. “De todas, todas -señalaron-, el vino que más trabajo nos da en la bodega”. “Pese a la uniformidad cromática actual de los rosados nosotros mantenemos la elaboración que nos enseñó nuestro padre, con una selección de viejas garnachas que elegimos muy bien cada año, no siempre de los mismos viñedos para que tengan la maduración necesaria y no se nos dispare el grado”. El resultado es un vino espectacular, con una gran carga frutal y una golosidad envolvente que poco tiene que ver con los refrescantes claretes de otras zonas típicas de Rioja.

El Ilurce Joven 2016 es el único tempranillo que embotella la bodega con tempranillos en altura, en zonas como Cornago, Igea o Rincón de Olivedo, para garantizar la frescura y cumplir el cometido principal de un tinto joven: refrescar y hacer fácil el trago. Para los vinos de crianza, Ilurce trabaja casi en exclusiva con garnachas y gracianos. El Ilurce Crianza 2012, aunque en algunas añadas -no en ésta-, incorpora algunas uvas de tempranillo, viene marcado por las viejas garnachas que incorpora y por la contundencia del 20% de graciano que aporta sus notas especiadas que se suman a las de la madera. El vino es potente y con estructura, como toda la gama, aunque es con el Ilurce Graciano Crianza 2010 donde se aprecia plenamente la contundencia de esta variedad: “Es, desde luego original, que tiene algunos fieles seguidores pero también consumidores que la rechazan; para nosotros ha sido una apuesta clara hasta el punto de que somos una de las bodegas que más hectáreas de graciano tenemos en propiedad”, explicó Ana Escudero.

Garnachas históricas

La familia presentó, prácticamente en primicia, sus dos nuevas elaboraciones. Dos vinos históricos, con mucha carga sentimental para la familia -dedicadas a su tío Ángel y su abuelo Amado en referencia a los viñedos que plantaron con sus propias manos en 1965 y en 1918-, con los que Amador Escudero lleva varios años trabajando: “Lanzar un nuevo vino no se hace porque sí... hay mucho trabajo previo de preparación de los viñedos, de pruebas en vendimias y con las maderas seleccionadas para la crianza, pero ya tenemos los primeros resultados”. Ángel 2015 es una explosión frutal, un vino consistente de alto equilibrio -grado, estructura y acidez-, una garnacha 'tremenda' con el carácter mediterráneo de la zona, que la familia envejece durante unos meses en barrica de roble francés de segundo uso y que recuerda a un bocado de uvas frescas con un gran fondo balsámico. Al igual que sucede con El Sueño de Amado 2014, la familia Escudero no tiene reparo con las altas graduaciones: “Para sacar todo el potencial de esta variedad tenemos que llegar casi a la sobremaduración y ello implica que el grado alcohólico también sube”, explicó Amador Escudero.

El Sueño de Amado procede de dos fincas casi centenarias (1918, el año en que se casó su abuelo, fecha por la que pudieron identificar la edad histórica de la plantación) de 4,5 hectáreas, a mayor altura que las seis hectáreas del Ángel. Son cepas históricas, muy trabajadas por la familia como muestran las fotografías que acompañaron la presentación: “Son viñedos de secano rabioso, que jamás han recibido una gota de agua que no sea de lluvia y que si aguantan cien años es porque son una tierra óptima para el viñedo, muy fresca y con mucha roca, pero totalmente aclimatadas a esta variedad rústica de la garnacha de Alfaro”, detalló el viticultor.

Otro 'vinazo', con más complejidad que al anterior, para tomar de forma más reposada y que muestra las claras y apreciables diferencias de dos terruños localizados en una misma zona, en un mismo municipio. La familia Escudero continuará trabajando para seguir demostrando que la comarca, la Rioja Baja, tiene mucho que decir en la elaboración de vinos: cada variedad en su sitio... y zapatero a tus zapatos.

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