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Brazo de una cepa afectada por enfermedades de la madera. :: MIGUEL Herreros
¿La nueva filoxera?

¿La nueva filoxera?

El problema, que al principio afectaba a viejos viñedos del Viejo Mundo, se ha extendido a cepas jóvenes y por todo el planeta Las enfermedades de la madera ponen en guardia al sector de todo el mundo

PEPE HIDALGO

LOGROÑO.

Jueves, 10 de mayo 2018, 09:06

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En los últimos años, el sector del vino viene mostrando una creciente preocupación motivada por la imparable progresión de las enfermedades de madera en prácticamente todos lo viñedos del mundo, cuyas consecuencias pueden ser desastrosas a medio plazo.

No hace mucho tiempo, las enfermedades de la madera se consideraban como algo restringido a los viejos viñedos, como si de una patología degenerativa se tratase, y por lo tanto manifestada exclusivamente en los países de antigua tradición vitivinícola. Cierto, pues en los países del Viejo Mundo, estas enfermedades afectan a un elevado porcentaje de viñedos, pero también en los nuevos, o relativamente nuevos países vitícolas, el problema comienza a surgir de manera muy preocupante.

Resulta muy difícil establecer la cuantía de los viñedos afectados por estas enfermedades, ya que los síntomas aparecen cuando la infección se encuentra avanzada y las vides se encuentran prácticamente muertas, pudiendo permanecer oculta y sin síntomas externos en muchas vides en la fase de infección inicial.

En los últimos años se han conocido y estudiado muchas nuevas enfermedades

Algunos estudiosos establecen para los países europeos una cantidad estimada de vides enfermas que oscila entre el 10 y el 15%. Cifra que comienza a resultar muy significativa y elevada, dada la facilidad de transmisión de estas enfermedades hacia las vides sanas y también por la enorme dificultad en la aplicación de tratamientos curativos eficaces.

En un viñedo, no todas las vides que lo forman resultan afectadas por igual, si no que se pueden encontrar cepas sanas, junto a vides enfermas, con y sin síntomas exteriores de la enfermedad, e incluso también con cepas muertas que pueden permanecer sobre el terreno o bien desaparecer, dejando huecos en la plantación que se denominan: 'fallo', 'falta' o 'marra'. Este panorama se agudiza a medida que el viñedo envejece más, llegando incluso a una situación insostenible desde el punto de vista económico, que obliga al propietario a arrancarlo y volverlo a plantar si lo considerase conveniente.

Otros viticultores, conocedores de la gran calidad de uva que generalmente atesoran los viñedos viejos, intentan y a veces lo consiguen, salvar el viñedo mediante la reposición de las marras y además evitar que las enfermedades de madera sigan progresando en nuevas vides, llegando a un equilibrio o convivencia con la enfermedad.

La yesca (Stereum hirsutum) es la enfermedad de madera más conocida, debido a su mayor antigüedad y mayor extensión, pero en los últimos años se han conocido y estudiado nuevas enfermedades, como la enfermedad de Petri (Phaeomoniella chlamydospora y Phaeoacremonium aleophilum), eutipiosis (Eutypa armeniacae), pie negro (Cylindrocarpon), Botryosphaeria, 'podredumbre de la raíz' (Armillaria mellea y Rosellinia necatrix)..., todas causadas por hongos que se desarrollan en los vasos conductores de la madera.

Aunque también existen otras enfermedades ocasionadas por virus, denominadas 'virosis', así como también generadas por bacterias, entre las que destaca el 'mal negro' (Xylophilus ampelina), la 'tuberculosis de la vid' (Agrobacterium tumefaciens y Agrobacterium vitis) y, muy recientemente, la 'enfermedad de Pierce', anteriormente llamada 'flavescencia dorada' (Xylella fastidiosa), que está causando una grave preocupación puesto que se transmite a través de insectos portadores o vectores y además puede aparecer en otras especies leñosas, como por ejemplo el olivo.

Prevención

La lucha contra estas enfermedades resulta muy difícil de abordar, pues es casi imposible acceder con un producto fitosanitario al interior de la madera afectada, por lo que la única manera de atajarlas es utilizar medidas preventivas, donde en todos los casos resulta capital disponer en las nuevas plantaciones de material vegetal sano procedente de viveros certificados.

Para las enfermedades producidas por hongos, bacterias y virus, las medidas preventivas se complementan evitando su propagación a través de la heridas de poda, procediendo a la desinfección de las herramientas utilizadas entre cepa y cepa, así como tratar estas heridas con un desinfectante. Generalmente las cepas afectadas se marcan para identificarlas, para así podarlas por separado del resto de cepas aparentemente sanas, retirando del viñedo los restos de poda afectados para su posterior destrucción.

Para la 'enfermedad de Pierce' o 'flavescencia dorada', el mejor método de lucha preventiva resulta de contener o erradicar los insectos vectores como transmisores de la enfermedad, mediante la utilización de insecticidas específicos autorizados. En todos los casos resulta conveniente eliminar las cepas infectadas, retirándolas del viñedo y destruyéndolas mediante su incineración. El viticultor siempre debe estar vigilante ante la aparición de estas enfermedades y actuar en consecuencia para evitar su propagación, pudiendo hacer la reposición de las vides muertas y arrancadas con nuevas plantas jóvenes procedentes de viveros certificados, o bien intentar con otras soluciones, como el alargamiento de cordones y/o realizando acodos o mugrones.

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