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Los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, catando uvas en un precioso viñedo de viejas garnachas de Badarán

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Los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, catando uvas en un precioso viñedo de viejas garnachas de Badarán Justo Rodriguez

Por el Pilar, todos a vendimiar...

La vendimia supera ya el ecuador, con las tres zonas, Oriental, Alta y Alavesa, plenamente activas. La comarca del Alto Najerilla rejuvenece con un florecimiento de bodegas y de nuevas generaciones con los viejos viñedos de garnacha como seña de identidad

Alberto Gil

Logroño

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Domingo, 14 de octubre 2018, 22:01

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La cooperativa de Arenzana ha sido, y continúa siendo, receptora de buena parte las uvas de la comarca del Alto Najerilla. Sin embargo, poco a poco, van apareciendo nuevas bodegas, pequeños proyectos que intentan elaborar y comercializar sus vinos aprovechando el empuje de la garnacha y del viñedo viejo que se conserva en localidades de la comarca por las que no ha pasado la concentración parcelaria.

La vendimia se ha activado en el conjunto de la Denominación esta semana y, con más de la mitad de la cosecha esperada ya en las bodegas, el Alto Najerilla está empezando a recoger el fruto de la mayor parte sus viñedos: «Iniciamos la vendimia con las variedades de blanco más tempranas, como el tempranillo blanco y el sauvignon blanc, y luego continuamos con la viura, alguna parcela de maturana tinta de las más adelantadas y parte del tempranillo», explica Pilar Torrecilla, enóloga y 'guía' técnica de Bodegas Martínez Alesanco (Badarán). «Vamos tranquilos, el tiempo nos ha permitido hasta ahora hacer la selección y una recogida muy escalonada, así que vamos a ver qué pasa con los anuncios de lluvia por los restos del huracán, pero la garnacha está muy sana y madurando tranquilamente». A la espera de ver las consecuencias de los últimos soplidos de 'Leslie', ni Pilar ni su hermano Pedro tiemblan ante lo que muchos consideran una vendimia tardía: «Aquí vamos en fechas normales; es una zona alta y fresca y ha sido ahora, con el puente del Pilar, cuando estamos a tope». «La uva está sana en esta zona alta y, en principio, no deberíamos tener problemas salvo un giro radical del tiempo».

Viñedo viejo

Los hermanos Torrecilla presumen de mantener uno de los porcentajes más elevados de viñedo viejo de Rioja: «El mérito no es nuestro, sino de nuestros padres y abuelos que se arriesgaron a mantener las antiguas plantaciones de garnacha, pero también tempranillo y viura». «Nosotros -continúa Pilar- estamos disfrutando de la personalidad e identidad de viñedos fantásticos y apostando por nuevas variedades, como la maturana tinta con la que fuimos pioneros, el tempranillo blanco y un poco de sauvignon blanc; espero que nuestro legado para la próxima generación sea seguir conservando los viñedos heredados y un buen trabajo con este nuevo abanico de opciones que se ha abierto».

Arriba, los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, en Badarán. A la izquierda, Lucas y José en Baños. A la derecha, Iván del Río analizando mostos en Cordovín Justo Rodriguez
Imagen principal - Arriba, los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, en Badarán. A la izquierda, Lucas y José en Baños. A la derecha, Iván del Río analizando mostos en Cordovín
Imagen secundaria 1 - Arriba, los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, en Badarán. A la izquierda, Lucas y José en Baños. A la derecha, Iván del Río analizando mostos en Cordovín
Imagen secundaria 2 - Arriba, los hermanos Pilar y Pedro Torrecilla, en Badarán. A la izquierda, Lucas y José en Baños. A la derecha, Iván del Río analizando mostos en Cordovín

Martínez Alesanco es un auténtico taller creativo -con el espumoso tendrán 13 referencias en el mercado-, donde los hermanos Torrecilla lanzaron ya hace años el rotundo varietal de maturana 'Nada que Ver', junto con un peculiar rosado de garnacha en barrica, mientras que ahora están trabajando con espumosos de diferentes variedades, vinos parcelarios y futuros de viñedos singulares... e incluso con un vermú.

Pilar estaba aún en la facultad de Enología en el año 2001 cuando escuchó aquello de que la garnacha era una variedad menor, para mezclas y claretes: «Me rebelé contra alguno de mis propios profesores porque nuestros padres y tíos elaboraban tintos de gran calidad con la garnacha de Badarán».

Las cifras

  • 264 millones de kilos de uva (con datos del jueves) han entrado en las bodegas de Rioja. Se esperan cerca de 500 millones de kilos.

  • 109 millones de kilos han entrado en las bodegas de Rioja Alta

  • 103 millones de kilos fermentan en bodegas de la zona Rioja Oriental

  • 52 millones de kilos han entrado en las bodegas de Rioja Alavesa

El tiempo le ha dado la razón y las viejas garnachas del Najerilla están obteniendo el reconocimiento unánime de crítica y consumidores. David Moreno es la otra gran referencia bodeguera de Badarán, pero también Muga, que ya en el 2017 vendimió en la nueva bodega que construyó en la localidad, es un habitual elaborador de garnachas y viuras de la comarca que utiliza para su espléndido rosado y algunos blancos. No son los únicos, Gómez Cruzado compra viejas garnachas de Badarán para su Pancrudo, mientras que Oxer Bastegieta; el grupo Vintae, con las viñas viejas de su director técnico Raúl Acha; Olivier Riviere y otros pequeños proyectos como el de Bodegas Gama apuestan a tope por las viejas viñas de Cárdenas.

Maturana tinta, de las parcelas más tempranas de Badarán
Maturana tinta, de las parcelas más tempranas de Badarán Justo Rodriguez

En el mismo entorno, Baños de Río Tobía es conocida por su industria cárnica, pero no todo el mundo sabe que en los últimos años han surgido nuevos y pequeños proyectos bodegueros. Juan Carlos Sancha edificó allí su propia bodega para desarrollar un proyecto personal con las viejas garnachas que su abuelo plantó en pequeñas laderas casi imposibles labradas y cultivadas a mano. Sancha ha ido comprando viejos viñedos de agricultores jubilados hasta reunir una espectacular colección de siete garnachas centenarias en parcelas de menos de una hectárea: «Estoy convencido de que es la mejor variedad de la zona y la nueva gente joven que está saliendo se está apoyando en ella, así como el alto porcentaje de viejos viñedos que se conservan».

El viticultor recuerda que «la garnacha antes se mezclaba y ahora se está trabajando con buenos medios y técnicas por separado». Sancha, vendimiando blanco estos días, no teme al 'Leslie' y seguirá esperando: «El racimo está suelto, el grano duro... y la sanidad es perfecta; yo creo que estas uvas aguantarían hasta Navidad, aunque llueva». De hecho, Sancha es muy optimista con la cosecha en la zona: «No daba mucho por ella en julio, pero en septiembre hemos tenido tres grados más de media y, al tiempo, noches muy frescas hasta ahora».

Al abrigo de Sancha, en algunos casos con su asesoramiento directo, han nacido nuevas pequeñas bodegas como Pedro Garnica, Horola o Clemente García. Éste último dejó su empleo en un fábrica de la localidad para cultivar sus viñedos familiares y elaborar apenas 16.000 botellas: «Hemos empezado [el viernes], con el poquito blanco que tenemos de los corrillos que reservaban nuestros abuelos para la viura y seguiremos con el tempranillo, mientras que con la garnacha la idea es esperar todavía un poco».

Iván y César del Río, hijo y padre, con las viuras que están entrando en la bodega de Cordovín
Iván y César del Río, hijo y padre, con las viuras que están entrando en la bodega de Cordovín Justo Rodriguez

Ésta es la cuarta vendimia de Clemente García y nada es fácil cuando estás empezando: «Decía mi abuelo que en el campo uno más uno nunca son dos... El año pasado la helada se llevó la mitad de nuestra pequeña producción y éste hemos tenido que trabajar muchísimo con el viñedo, con la vegetación, por los ataques de mildiu». «Cultivamos todo en ecológico -continúa- y nos ha ayudado en un año tan difícil; de hecho con cinco 'manos' de cobre nos hemos apañado, mientras que en cultivo convencional a lo mejor se han tenido que ir a la docena». Clemente elabora apenas 700 botellas de blanco y el resto las reparte entre un estupendo varietal de garnacha (10.000 botellas) y otro de tempranillo, con viejos viñedos familiares de Baños como protagonistas: «Mis dos abuelos fueron fundadores la cooperativa de Najerilla y aquí siempre se ha hecho vino que se vendía a granel». «En Badarán llevan ya muchos años trabajando muy bien y en Baños aún estamos empezando: somos seis bodegas y podemos elaborar en conjunto unas 200.000 ó 250.000 botellas, pero nos estamos empeñando en que Baños se conozca por algo más que por los chorizos».

Formando prácticamente un triángulo con Badarán y Baños, Cordovín es otra peculiar localidad del Alto Najerilla. Una reciente concentración parcelaria se ha llevado por delante parte de las viejas y espectaculares garnachas y viuras que distinguían la localidad, pero ahí quedan otra media docena de pequeñas bodegas -Florentino Martínez, Honorio Rubio, Abel Estebas, Hermanos Lozano, Valcuerna...-, nacidas varias de ellas en los años 80, que supieron llevar en los mercados de proximidad un vino con identidad propia, incluso por encima de Rioja: el clarete de Cordovín.

Clemente García, en uno de sus viñedos de Baños
Clemente García, en uno de sus viñedos de Baños Justo Rodriguez

Identidad de clarete

César del Río, que comenzó a elaborar con marca propia en 1988, es una de estas bodegas que durante esta semana ha estado recibiendo viuras y malvasías: «Hemos tenido daños de piedra el pasado mes de junio, así que vamos muy poco a poco, con mucha selección y marcando las entradas, pero sí estoy confiado en la calidad de la añada». Así se expresa Iván del Río, hijo de César, la nueva generación que ha cogido el mando 'técnico' de la bodega y está empezando a dejar su sello: «Hablar de Cordovín es hablar de vino; nuestra especialidad son los claretes y los blancos porque estamos en una zona tradicionalmente fría, pero, poco a poco, nos hemos quitado también el 'sanbenito' de los tintos», sostiene Iván. «Será el cambio climático o lo que sea, pero para mí toda esta comarca ahora es una maravilla, con vinos frescos, acidez natural, con potencia frutal y sin problemas de maduración o color como podía pasar antes».

De hecho, Iván está trabajando en reforzar incluso la tipicicad de zona con la que siempre ha trabajado su padre: «Con variedades autóctonas, con la viura y malvasía como bandera, y con mucha selección de viñedos, incluso con algún vino de finca, como el Yursun Rosé, con garnachas plantadas a 700 metros de altitud». Además del tinto crianza Yursun, Iván del Río sacará al mercado un tinto joven de maceración carbónica: «La elaboración con uva entera también era tradicional en este zona y el futuro vino provendrá de una única parcela con una carga de fruta extraordinaria».

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