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Aradón en el Club de catas: vinos que son razones

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Miguel Herreros

Aradón en el Club de catas: vinos que son razones

Cristina Alesanco (Bodegas Aradón) sorprende con una cata que reivindica el papel de la mujer, la selección parcelaria y el carácter de un terruño histórico por descubrir

Alberto Gil

Logroño

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Viernes, 8 de febrero 2019, 12:05

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Cristina Alesanco (Bodegas Aradón) sorprende con una cata que reivindica el papel de la mujer, la selección parcelaria y el carácter de un terruño histórico por descubrir.

Reivindicativa. Sería la palabra que mejor define la cata que el jueves por la noche protagonizó Cristina Alesanco, directora técnica de Bodegas Aradón (Alcanadre), en la apertura de la nueva temporada del club de lomejordelvinoderioja.com. Aradón es una bodega de mujeres, diez en plantilla incluida la gerencia, y con varias viticultoras dedicadas al campo en exclusiva: «No es ni mejor ni peor, pero sí tenemos una sensibilidad diferente, que se nota en la forma de trabajar», apunta Alesanco. Aradón se ubica en Alcanadre, un histórico municipio vitícola encasillado en la zona Rioja Baja, ahora Oriental, aunque la enóloga tiene claro que tal clasificación es excesivamente vaga: «Somos una zona intermedia, tenemos viñedos desde 330 metros a 600 metros, con un clima espectacular que nos permite alcanzar plenas maduraciones y con unos suelos muy pobres en los que siempre se ha trabajado la vid, acompañada de olivo y almendros, ya que son los únicos cultivos que se adaptan a estas condiciones».

Aradón es además una cooperativa, que agrupa casi 500 hectáreas de viñedo, aunque prefieren definirse como bodega: «Desgraciadamente en España ser cooperativa tiene cierta carga peyorativa, cuando en realidad trabajamos con nuestro propio viñedo en exclusiva, con agricultores absolutamente preparados y profesionales y con una política de selección, tanto en campo como en viñedo, que nos permite reservar las mejores uvas para nuestros vinos». Cristina Alesanco llegó a Bodegas Aradón en el año 2009, con las ideas muy claras y con el apoyo total de Maite Sánchez, la gerente, comenzó a clasificar suelos y parcelas. En la actualidad todos los viñedos están monitorizados por satélite, ha conseguido reducir el uso de fitosanitarios extendiendo la confusión sexual para la lucha contra la polilla a prácticamente el 100% de los viñedos e incluso está empezando a trabajar con pequeños experimentos biodinámicos: «Me gusta que la intervención sea mínima, porque nuestro microclima nos lo permite, y, aunque al principio me costaba un poco estoy encantada con el interés que ponen nuestros socios, tanto los más antiguos como la 'tercera generación', los más jóvenes que se están incorporando».

Los vinos

  • Blanco 3,5 euros

  • Momento 7 euros

  • Calzadas 9 euros

  • Coordenadas 25 euros

  • La Garnacha Prometida 28 euros

  • Aradón Graciano 2017 aún en bodega

La cata

Cristina Alesanco presentó ayer la nueva colección de vinos de la bodega, fruto del trabajo de diez años y que concluirá en breve con el lanzamiento de un varietal de graciano que los aficionados ya probaron ayer en primicia. La enóloga comenzó de 'menos a más', con el sorprendente blanco joven de la casa Aradón 2018: «Quizás es nuestro vino más conocido, muy apreciado tanto por los consumidores como por muchas bodegas que nos demandan históricamente depósitos». La clave está en las viuras viejas que Aradón conserva y a las que Alesanco ha incorporado garnacha blanca: «Me encanta esta variedad -explica-, por la que apostamos en la bodega con las nuevas plantaciones y que, además, es autóctona y encaja a la perfección con la viura». El vino es sorprendente, primero por su precio y por una frescura espectacular y, segundo, por el volumen que alcanza en boca pese a no haber pasado por madera.

Momentos de Aradón 2017 es el primer vino de la nueva colección. Un semicrianza (seis meses en barrica), con tempranillo, garnacha y graciano, variedad esta última a la que la enóloga ha ido dando poco a poco protagonismo en casi todos los vinos: «Me chifla el graciano y tenemos la suerte de estar en una zona donde madura sin problemas», argumenta. El vino sirve como entrada de gama, pensado para rotación en barras, con predominio frutal, aunque también ligeras notas de madera, y como todos, muy redondo tras estabilizarse en hormigón antes de su embotellado.

Calzadas de Aradón 2015, que hace referencia al pasado romano de la localidad, es el crianza de la casa: «Hacemos un cupaje muy similar de tempranillo, garnacha y graciano, pero en este caso es un vino más serio, con más estructura y elegancia y, en el que a pesar de que hay una crianza más larga en madera, tratamos de mantener un protagonismo muy principal para la fruta». Dicho y hecho.

La Garnacha Prometida 2016 fue, para el que escribe, el vino de la noche: fino, elegante, con carga aromática pero sin excesos y, sobre todo, con un paso muy largo y agradable por la boca. «Es un homenaje a lo que somos, a la variedad histórica característica de nuestra zona, de viejos viñedos, cercanos a la centuria, que apenas dan 2.500 o 3.000 kilos por hectárea para elaborar 2.800 botellas». Cristina mima el vino al extremo, para el que trabaja con huevo de hormigón y con barricas de roble francés de 500 litros de un tostado muy suave.

Coordenadas de Aradón 2013 es un vino de tres pequeñas parcelas de los tempranillos más viejos de la bodega. Un vino con potencia, estructura y una larga crianza de 18 meses en barricas francesas nuevas y un buen tiempo también en botella antes de salir al mercado: etiquetado como genérico, cumple de sobra los tiempos mínimos para un reserva. Otro vino fruto de la selección extrema y con el que Cristina Alesanco detalla el funcionamiento de la bodega: «Nosotros pagamos la uva a nuestros socios por hectárea, no por kilos..., es la única forma de conservar este patriomonio de viñedos viejos».

Aradón Graciano 2017 llega sin etiquetas todavía, en primicia. Es el varietal que falta para completar la colección y que la enóloga no duda en definir como «mi niño»: «Es un vino de dos parcelas, una de la zona más alta a 650 metros y otra de la zona media y para mí es una delicia, con una tremenda carga aromática, incluido el tomillo de alrededor de los viñedos». Contundente en la cata, necesita aún unos meses de botella para afinar unas hechuras sorprendentes: «Muchas bodegas históricas nos conocen y siempre han venido a comprar nuestros vinos, pero nos falta llegar a los consumidores que es lo que estamos intentado hacer ahora con la nueva colección», concluyó Cristina Alesanco.

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