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Rioja en su mejor versión

Rioja en su mejor versión

El club de catas de lomejordelvinoderioja volvió a recorrer, de punta a punta, la región vitícola | Nueve catas, con diez bodegas, fueron las protagonistas de la temporada 2018

Alberto Gil

Logroño

Miércoles, 2 de enero 2019, 00:38

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Nueve catas y diez bodegas. Es el balance de la recién concluida temporada del club de catas de lomejordelvinoderioja.com. Suma y sigue: ya son once las campañas de esta iniciativa que, lejos de decaer, despierta cada día más interés. Una llama muy viva posible gracias a un grupo de patrocinadores fieles, aficionados interesados en conocer las principales novedades y a bodegas dispuestas a mostrar lo mejor de sí mismas y acudir con sus mejores vinos. Es hora de hacer repaso al 2018, antes de la presentación de la nueva temporada 2019. Allá vamos:

Jabier Marquínez, enólogo de la bodega, comenzó el viaje del 2018 con la viticultura más extrema de Rioja. Viñedos en altitud, en las faldas de los montes Obarenes y de la comarca más fría de la región vitícola: «Rioja no puede renunciar a sus principios ni a su historia, lo diga el prescriptor que sea», sostuvo en la cata Marquínez. Castillo de Sajazarra, con 46 hectáreas en la comarca, respeta tanto la tipicidad de zona como la elaboración clásica de Rioja, aunque, por singular y diferente, nos quedamos con su Digma Graciano como vino más representativo (el graciano más frío de Rioja).

Salto a Rioja Alavesa, a Labastida en concreto, con Carlos Fernández y el proyecto familiar de Tierra, en una auténtica reivindicación de los vinos de zona, pueblo y singulares: «Rioja se ha olvidado en las últimas décadas de los 'apellidos' de los vinos, pero hay gente que, más allá de etiquetas, está aportando nuevas formas de elaborar y, en cierto modo, desandando lo andado para identificar los orígenes y eso es una gran noticia», sostuvo. De sus vinos -Tierra elabora 14 referencias-, nos quedamos con El Belisario, apenas 2.000 botellas: un vinazo, sencillamente.

Mateo Ruiz sorprendió a propios y extraños con una extraordinaria colección de vinos de familia, La Mateo. Desde La Rioja Baja (Oriental), Mateo reivindicó sus raíces y el factor diferencial de la garnacha, el graciano y el mazuelo en la personalidad de los vinos de la comarca. Impresionante La Mateo Garnacha Cepas Viejas, una explosión frutal y, como en todos los vinos de la colección, con un muy buen trabajo también de las barricas.

La siguiente parada fue en el Najerilla, con las garnachas, blanca y tinta, de Félix Martínez Corta como protagonistas. Con 130 hectáreas de viñedo en propiedad, en Uruñuela, Huércanos, Alesón y Cenicero como referencias principales, Martínez Corta reúne la experiencia de varias generaciones dedicadas al cultivo. La garnacha es fundamental para este familia y, por cambiar de 'color', elegimos como vino destacado Tentación Garnacha Blanca, procedente de viejos viñedos de 1940.

Segunda parada en Rioja Alavesa, con una propuesta extraordinariamente original. Jesús Madrazo presentó una vertical de todas las añadas del Sacramento, la bodega inaugurada este mismo año por Etienne Cordonnier en Laguardia y que elabora un único vino El Sacramento. La elección del vino en este caso está clara, aunque para nada fácil la cosecha: nos quedamos con la añada 2015 que, aunque en el momento de la cata aún no había salido al mercado, se nota ya la mejora de los medios técnicos de elaboración.

Dos jóvenes talentos, Miguel Eguílus (Cupani) y José Gil (Olmaza) cerraron el primer semestre con una de las mejores catas de los últimos años y con San Vicente como protagonista. Ambos viticultores aprovechan los viejos viñedos de las familias para elaborar vinazos que, con la frescura de su juventud, encandilaron a los aficionados. José Gil presentó además dos de los vinos de su pequeña colección personal (José Gil Vigneron): La Cóncova, de viejos viñedos de Rivas de Tereso, maravilló por su frescura e identidad. Miguel Eguíluz no se quedó atrás, ni mucho menos, con sus Cupani y especialmente, con Baskunes, su último lanzamiento otro vinazo que, aunque lo etiqueta como genérico, entraría por derecho propio en el club de los mejores reservas de Rioja. Impresionante la cata, los vinos y los chavales.

La bodega logroñesa regresó tras la vendimia: «En cierta forma nuestros vinos son 'antiglobales'; trabajamos el tempranillo, pero somos probablemente la bodega con mayor porcentaje de graciano en nuestros viñedos (25%) y la colección de varietales ha sido una de nuestras grandes apuesta desde el origen», explicó Pedro Salguero, director técnico de la bodega familiar. Una bodega que merece un especial reconocimiento por su colección de varietales y por su continua innovación en sus ya más de 25 años. Gustó, y mucho, su nuevo Ijalba Cuvée, un 'blend' de tempranillo, graciano y maturana tinta que la bodega lanzó este mismo año con la renovación de etiquetas e imagen.

Desde el Barrio de la Estación de Haro, Isaac Muga recorrió la región vitícola a través de sus vinos con los diferentes ensamblajes de comarcas, suelos y variedades de uva. Es difícil elegir un vino cuando se trata de una casa como Muga, con Prado Enea o Torre Muga además entre los catados, pero, por originalidad y singularidad, nos quedamos con el espectacular Flor de Muga Rosado, elaborado con garnachas de zonas altas y frías: sensacional.

Con sobresaliente también cerraron los hermanos Iker y Alberto Martínez Pangua (Bodegas Altún) la temporada de catas. Como Olmaza y Cupani, Altún forma parte de esa revolución silenciosa de Rioja, de hijos de viticultores formados y dispuestos a mejorar lo que ya hicieron sus padres, que no fue poco. Talento, frescura e impresionante su Everest, a la altura de cualquier 'grande' de Rioja. De oeste a este y de norte a sur, la tierra de los mil vinos volvió a deparar una gran temporada de catas, que continuará en el 2019.

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