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Isaac Muga brinda con un blanco en el arranque de la cata. Juan Marín

Tipicidad 'atípica'

Bodegas Muga, en el club de catas de lomejordelvinoderioja.com | Isaac Muga repasa la historia de la casa con 'clásicos' renovados y con nuevas elaboraciones: Riojas que aportan, y mucho, a Rioja

Alberto Gil

Logroño

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Martes, 20 de noviembre 2018, 13:01

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«Mi tío y mi padre solían decir: no tenemos yates ni queridas, así que...». Con estas palabras, Isaac Muga, director de viticultura de Bodegas Muga, contextualiza el largo tiempo de envejecimiento de sus vinos antes de salir al mercado, las crianzas que definen la casa y la histórica elaboración de vinos finos de Haro que, en pleno siglo XXI, queda al alcance de unos pocos con 'músculo financiero' para aguantar tanto inmovilizado. En este sentido, cada añada en Muga es un mundo y varias de sus marcas llevan una década difícil porque la exigencia técnica de los hermanos Jorge e Isaac es tremenda: «En el 2013 hicimos un 40% menos de crianza y no sacamos ningún vino por encima, ni el Selección ni el Prado Enea ni Aro ni Torremuga». «Fue una añada -continúa- súper dolorosa para nosotros y tampoco este año estamos demasiado convencidos». «Habrá Muga Selección, pero es posible que no tengamos vino de las tres referencias 'top' de la bodega».

Isaac Muga definió ayer la casa familiar como una bodega hasta cierto punto atípica. «Tenemos una base tradicional, unos principios enraizados en el barrio de La Estación, pero también trabajamos con la última tecnología y, sobre todo, con una extraordinaria política de selección que, al final, es la que determina el carácter de nuestros vinos». El viticultor y enólogo presentó ayer para el club de catas de lomejordelvinoderioja.com una amplia muestra de los vinos de la bodega de Haro con la que demostró por qué Bodegas Muga es sinónimo de respeto en el planeta vitivinícola.

Los vinos de la cata

  • Flor de Muga 2017 19 euros

  • Muga Selección Especial 26 euros

  • Prado Enea 2010 48 euros

  • Torre Muga 2015 68 euros

La cata

Isaac Muga comenzó con Flor de Muga 2017, un pálido rosado que fue casi un reto personal del propio viticultor: «Veía cómo había rosados de la Provenza que se vendían carísimos y llevaba años pensando que nosotros también podíamos hacer un vino similar de calidad incluso superior».

Así nació Flor de Muga, fruto también del conocimiento que los Muga tienen de los muchos y diferentes terruños de Rioja en los que trabajan: «Mezclamos el 50% de viejas garnachas del Najerilla con otro 50% de La Rioja más Alta, en el entorno de Obarenes». «Las uvas -añade- maduran muy bien desde el punto de vista alcohólico, pero son zonas tan frías y altas que la madurez fenólica no da suficiente color para tintos». Un vino fresco, pálido, pero con un sorprendente volumen en boca con frutas rojas de la garnacha y leves matices de su crianza en bocoyes de 600 litros.

El enólogo propuso a continuación una tanda triple: tres añadas (2001, 2010 y 2015) de Muga Selección Especial, un vino en continua evolución desde que en 1991 la casa decidió comenzar a trabajar intensamente con la selección de viñedos y de las maderas: «A nosotros nos gusta definirlo como un 'reserva de nueva generación' y es que poco tiene que ver este vino con el que hacíamos hasta 1990, más acorde con el reserva de 'siempre' de Rioja ligeramente oxidativo».

En este sentido, es un vino de larga crianza en madera (unos 30 meses), en el que la familia trabaja mucho con la selección de los viñedos (no todas las añadas se hace) y también con las barricas, con un secadero de madera propio y con tostados 'a la carta' en función de la demanda de los propios vinos. Muga Selección Especial 2001 procede de una de las grandes añadas de la historia y, ya con 17 años, muestra una lógica evolución, aunque todavía una acidez notable que sostiene el conjunto: «Es un vino rico, de trago largo y fino, que es lo que entendemos deben ser este tipo de Riojas».

La añada 2010 está sencillamente pletórica. Con una capa intensa, una frescura estupenda en la boca y, de nuevo, finura y elegancia. La añada 2014 es el vino ahora en el mercado, como reconoce el propio Isaac Muga, «prácticamente un bebé» todavía, con unos taninos algo más marcados que irán redondeándose en la botella: «Tenemos que sacar al mercado algún vino -bromea el viticultor-, hacemos lo que podemos para pero también mis primos -la otra rama de la familia que se encarga de la parte comercial y financiera- tienen que poder ofrecer vinos de Muga».

Prado Enea 2010 proviene de una de las mejores añadas que Isaac Muga recuerda: «Tanto en ésta como en el 2001 podría haberse ahorrado el 'sueldo' de los enólogos», argumenta entre risas. Prado Enea, con tempranillos de todo el entorno de Haro con un aporte minoritario de garnachas de Ausejo y Tudelilla, es un clásico como mayúsculas. Un vino fino, lo que no significa renunciar a la estructura ni la intensidad, que ha estado siete años en bodega, entre la crianza en madera y en botella, antes de salir al mercado: «Necesitamos maduraciones muy buenas, porque los tempranillos son de zonas muy altas como Cellórigo, Fonzaleche o Villalba». El resultado es espectacular: finura, elegancia... Un Rioja de los que hace grande a Rioja.

La cata concluyó con Torre Muga 2015, un vino que sale ahora el mercado y prácticamente agotado tras varias añadas en blanco. Torre Muga fue un empeño de Manuel Muga, tío de Isaac, de hacer un vino potente, estilo Burdeos en Rioja, a principios de los 90: «Para nosotros -explica el viticultor- ha sido un vino muy importante porque fue el principio de la política de selección extrema de viñedos que luego llevamos al resto de vinos».

En este sentido, Muga ha vinificado este año 45 vinos de procedencias diferentes para luego hacer los ensamblajes. En el caso de Torre Muga utilizan viejos viñedos de Haro, Villalba y Briñas (tempranillo, graciano y mazuelo) y barricas nuevas para un vino con intensidad, potente, pero con el que Muga, con el paso de las añadas, ha conseguido añadir elegancia.

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