Vuelta a los campos de golf

Frente a todo y pese a todo, la Liga de Golf y Vino volvió, como ya es tradición, en el primer domingo del mes de septiembre. El Campo de Logroño albergó la tercera prueba bajo el nombre de Bodegas Altanza de una competición que este año cumple su décimo aniversario. Vaya año. La liga arrancó a finales de febrero con la primera prueba regada por los vinos de Ramón Bilbao. Ya entonces el coronavirus sobrevolaba por el ambiente. Se hablaba de él en los corrillos que formaban los jugadores. La mayoría estaban sobresaltados por la exageración y la relevancia que el virus había alcanzado en los medios. Después llegó lo ya vivido. Tres meses parados. En julio, la competición que organiza la web de Diario LA RIOJA, lomejordelvinoderioja, y está patrocinado por Logroño Deporte y por las firmas Land Rover, Bankoa, La Navarra y Etilisa, volvió a pisar la impoluta hierba de El Campo de Logroño con un torneo que congregó a cerca de 100 jugadores.

Se quería retomar la normalidad, volver a echar andar a pesar de los inconvenientes y trastocar lo mínimo posible los tiempos para el desarrollo común del calendario. Tras el descanso del mes de agosto, el seis de septiembre estaba marcado en rojo. Volver a la normalidad. Pero los rebrotes y repuntes de la pandemia volvieron a poner en el candelero la celebración de la prueba. Interrogantes que se zanjaron en una afirmación. «Se juega, claro que se juega». Y eso pasó. Con total normalidad y bajo un tiempo otoñal que viró a veraniego con el paso de las horas, la prueba de Bodegas Altanza se celebró sin contratiempos y contó con una mayor presencia de jugadores que la edición de julio. Cerca de 120 jugadores pisaron la alfombra del campo de golf. Una participación a reseñar y destacar en los atípicos días por los que atravesamos. Pese a ello, el golf es una de las actividades deportivas que más pronto se permitió su práctica por sus condiciones. Los jugadores se basan en ello para continuar con su afición y animar a conocidos a que se unan a los torneos. «No nos juntamos con los demás participantes, es al aire libre. Estamos solos», comentaban varios jugadores.

Asimismo, atendiendo a los protocolos establecidos por las autoridades del golf, los jugadores modificaron mínimamente su forma de jugar. Como en la prueba de Ramón Bilbao, se eliminó del campo todo lo susceptible de tocar los los jugadores, como es el caso de las banderas, con la implementación de un sistema para que la bola pueda recogerse con dos dedos, algo que no alteró ni trastocó demasiado a los jugadores.

Como en la prueba del mes de julio, no hubo cata de vinos. Los corrillos de jugadores y familias desaparecieron. Tampoco estaban habilitados los vestuarios. Sí que volvieron a estar presentes los patrocinadores, quienes agasajaron con sus productos a los ganadores de las diferentes categorías. De momento, no hay más pruebas establecidas en el calendario. La organización intentará celebrar la cuatra prueba a mediados de septiembre.