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España vive la cruda realidad del cambio climático. Llueve aproximadamente un 25% menos que hace 50 años –aunque ahora las tormentas también son más dañinas y peligrosas– y las temperaturas medias han aumentado varios grados en algunas regiones, hasta ocho incluso. Son datos de la prestigiosa publicación National Geographic. Los viñedos y las uvas sufren los rigores de estas incidencias meteorológicas y «el cambio climático es, quizá, la mayor amenaza para la supervivencia de la vitivinicultura a largo plazo», reconoce Julia Delgado, adjunta del Área Técnica y de Medio Ambiente de la Federación Española del Vino, que agrupa a más de 800 bodegas y representa el 75% del valor del vino embotellado a nivel nacional.
Esta organización, junto a otras cuatro de Francia, Alemania, Italia y Macedonia, son los socios que se han sumado a un ambicioso proyecto europeo que lidera la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) para ofrecer formación y conocimiento a quienes se dedican a cuidar las viñas y elaborar los vinos. «Es fundamental dotar a los profesionales del sector –de las bodegas, principalmente– de herramientas para elaborar estrategias y acciones que ayuden a mitigar y minimizar el impacto del cambio sobre el sector», añade Delgado.
Ya hay investigaciones realizadas al sur de Francia que constatan que el uso de mallas de sombreo ha conseguido reducir la temperatura del racimo y permitir un mayor control sobre la maduración de la uva. En el país vecino la importancia del sector vitivinícola también es importante y entre los socios del proyecto Green Vineyards que encabeza UNIR se encuentra el Instituto Francés de la Viña y el Vino. «Estamos ante una gran oportunidad de masificar la transferencia de conocimientos sobre temas importantes como los desafíos ambientales o los mecanismos y soluciones de contaminación», reconoce Emilie Adoir.
Julia Delgado | Federación Española del Vino
Emilie Adoir | Instituto francés de viña y vino
Kerstin Fröhle | Fundación Lago Constanza (Alemania)
El Centro de Desarrollo Agrario y Rural de Italia, el Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente, Ingeniería Civil y Energía de Macedonia y la Fundación del Lago Constanza de Alemania son los otros socios del proyecto, enmarcado en el programa Erasmus+ y que se desarrollará hasta diciembre de 2024. Kerstin Fröhle, representante de la entidad germana, reconoce que «existe una necesidad drástica para adaptar la agricultura y la viticultura al cambio climático y a los desafíos futuros. Con el corazón del proyecto, la plataforma de aprendizaje basada en la web, se pueden aumentar los conocimientos y habilidades de los trabajadores del sector».
UNIR, precisamente, desarrolla la parte tecnológica y educativa de un proyecto dirigido, de inicio, a los socios de las organizaciones que participan en Green Vineyards. Hasta diciembre se identificarán las competencias necesarias en base a las aportaciones de las seis instituciones y a partir de ese momento se construirá el programa específico de formación y un catálogo de buenas prácticas y se crearán recursos multimedia 'on line', gratuitos y en abierto que se liberarán cada tres o cuatro meses.
Daniel Burgos | Coordinador del proyecto
El director del Instituto de Investigación, Innovación y Tecnología Educativa de UNIR está al frente de Green Vineyards y reconoce que esta iniciativa «supone una oportunidad única, respaldada además por la Comisión Europea, de trabajar en un sector clave para La Rioja como el vitivinícola y de reintegrar a la sociedad todo el apoyo que muestra continuamente a nuestra universidad». Daniel Burgos asegura que el mundo del vino «es una especie de microcosmos que interesa a muchos niveles: el que produce las viñas, el que elabora los vinos, el que comercializa el producto y el consumidor final». Por este motivo, la Universidad Internacional de La Rioja se embarcó en este proyecto «hace cuatro o cinco años».
Ahora ve la luz con el propósito, por parte de la entidad afincada en Logroño, de aunar voluntades «entre socios de primer nivel» para hacer aportaciones en un aspecto «clave: atajar el cambio climático». El trabajo que va a desarrollar el consorcio vincula medio ambiente, sector agroalimentario y digitalización. En este último eje, la experiencia la aporta UNIR para «diseñar e implementar planes de formación que aúnan los desarrollos personal y sectorial».
Mientras que los otros cinco socios ofrecen los conocimientos teóricos, prácticos y técnicos «muy diversos, tanto por sus procedencias como por la relevancia que tienen en su ámbito de acción porque hablamos, por ejemplo, de la Federación Española del Vino o el Instituto Francés de la Viña y el Vino», añade.
Green Vineyards llegará «hasta donde quiera el sector», dice Daniel Burgos, que no pone límites a los recursos formativos que se puedan generar «porque eso dependerá de las conclusiones a las que lleguemos con los socios. Pero es evidente que el cambio climático cada vez afecta más y que es un motivo de preocupación creciente». Por ello el proyecto facilitará un kit de transferencia para que la experiencia se utilice en otros sectores.
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