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Abel, «el gladiador de las uvas»

  • Con el triángulo clave «suelo, clima y viticultor», Mendoza defiende la dualidad entre riesgo y placer

El actor y gastrónomo Juan Echanove definió a Abel Mendoza como un «gladiador de las uvas». Él sonríe al recordarlo pero se siente más cómodo en la metáfora que le dedicó Josep Roca, del prestigioso restaurante El Celler de Can Roca: «La revolución del cuidador de bonsáis». Y es que Abel reniega de la etiqueta y la catalogación ecológica, sobre todo, por el mal e interesado uso que se hace de ella, porque él cultiva, trabaja y elabora conforme a un profundo «convencimiento» de conservación de la Naturaleza. «Es una forma de vida y nosotros hemos optado por ella», explica refiriéndose a su esposa, Maite Fernández. «Tú puedes ser todo lo respetuoso que quieras, pero el de al lado no. Y nosotros tenemos muchas parcelas pequeñitas», aclara Abel Mendoza. Cuentan con 20 hectáreas de viñedo en 40 parcelas de San Vicente de la Sonsierra, Ábalos y Labastida y afirma abiertamente que «ni queremos presumir ni apropiarnos de esa etiqueta». No obstante, ni usa pesticidas ni insecticidas, «pero tampoco sé si en un momento dado tendré que utilizarlos, si puedo perder toda la cosecha; se asumen muchos riesgos, nuestra agricultura es mucho de mano de obra y, si podemos hacerlo con sulfato de cobre, fantástico».

«No hemos inventado nada, creo que es un paso atrás», expone Abel Mendoza, y considera su modo de trabajo «bueno no solo para mis vinos, sino para quien lo consume; si buscamos el tomate más natural, el vino, lo lógico es que lo sea también». «La no utilización de fungicidas se suple con mano de obra, hay que estar encima del cultivo», estima Abel, que piensa que, «si arriesgas, ahí está el placer, es una cuestión de amor y odio, como tirarte al mar sin flotador, pasará lo que pase pero honestamente». Abel reconoce que «cada vez hay más sensibilidad» y, aunque admite que esto, al fin y al cabo, es «un negocio», también considera que no debe serlo «a cualquier precio». Su vino Selección Personal es una muestra de esta labor, «elegante, sutil». Escogen las mejores parcelas conforme a un triángulo clave: «Suelo, clima y viticultor».