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Navidad, un buen momento para beber de otra manera

Cualquier alimento y cualquier momento son buenos para degustar un Rioja. La Navidad es una época idónea para su disfrute.
Cualquier alimento y cualquier momento son buenos para degustar un Rioja. La Navidad es una época idónea para su disfrute. / L.R.
  • Remesal recuerda que todo tipo de alimentos, incluso dulces navideños. encuentran propuestas de maridaje entre la amplia oferta de Rioja

  • El enólogo propone algunas nociones básicas para disfrutar del vino estas fiestas

Estamos en días de fiesta, de encuentro de familiares y amigos. Entre celebración y celebración hay que llenar el tiempo, y claro, estamos en Rioja, tierra de vino por antonomasia. Una opción que recomiendo para pasar el rato es organizar una cata. No hace falta que sea nada formal: basta con seleccionar varios vinos y degustarlos de forma pausada, para con un espíritu crítico, compararlos entre ellos.

Lo podemos hacer como preludio de una comida en nuestra casa, a «palo seco», en una merienda o cena, o en una bodega comercial mediante una visita. O también convirtiendo la salida de vinos y pinchos en un ejercicio de reconocimiento y exploración de la oferta enológica y, de paso, gastronómica de los bares riojanos. Por cierto, por fin, cada vez más completa, variada y de mejor calidad.

Excepto en una bodega, ya que no siempre es posible, yo particularmente me inclino por tomar el vino acompañado de algo para 'picar', buscando las combinaciones que mejor armonicen. Lo mismo da un aperitivo o pincho que queso o embutido, incluso ahora que es la época, con un dulce navideño.

Se llevarán sorpresas, la mayoría agradables, de lo bien que saben algunos productos si acertamos con el vino. Prueben, por ejemplo, un vino con mucho cuerpo, por ejemplo de garnacha, con un mazapán de Soto, o un blanco fermentado en barrica con chocolate; un tinto de maceración carbónica con un pincho de sardinas y guindilla o de queso. Es igual, elija cualquiera de nuestra gran oferta, todos maridan bien casi con cualquier vino: tinto, blanco, ligero, contundente, seco, dulce... Averiguen lo que les va más. Cada plato, cada alimento, tiene al menos un tipo de vino con el que ensambla a la perfección y que, en conjunción, resulta mejor que si se toma a secas.

Cata entre amigos

Para una sesión de cata, aparte de varios vinos, con cuatro o cinco es suficiente, necesitaremos copas. Sin entrar en profundidades, porque cada tipo de vino requiere una copa especial, diremos que con que tenga el cristal fino, sin muchos dibujos que impidan apreciar el contenido, cualquier modelo puede valer. Los bares riojanos también han aprendido en eso y ya es raro encontrar uno que no te sirva en una copa adecuada.

La propuesta que hoy hacemos de cata debe interpretarse como una actividad lúdica. En ningún caso debe convertirse la cata en un ejercicio competitivo, rígido, serio, disciplinado, con obsesión en la búsqueda de las condiciones óptimas o con excesiva ceremonia, como si de un ritual religioso o examen se tratara.

Lo que les propongo es una alternativa de ocio, para gozar. Rompamos pues el protocolo y sigamos únicamente las pautas de obligado cumplimiento, que nos permitan disfrutar de los vinos en plenitud, pero sin dar importancia a aquellas cuestiones, esenciales para un profesional que busca las condiciones óptimas, pero no para la cata que hoy se propone.

La secuencia u orden de apreciación sensorial recomienda empezar por la vista, seguir por el olfato y terminar con el gusto, aislando cada percepción pero sin descuidar el resto. Eso sí, lo de emplear el «oído», cuanto menos mejor: despreocupémonos de la opinión o de la cara que pone el de al lado. Enfrentémonos a una copa de vino con seguridad, sin complejos, independientemente de que se sea o no entendido, sólo pendientes de las sensaciones que el vino a uno mismo le despierta.

Preste atención a esas sensaciones y manifiéstelas abiertamente, sin complejos, sin importar que difieran de las del resto. Al fin y al cabo para gustos se hicieron los colores. Usted es el que experimenta las sensaciones que el vino transmite, por lo que es el único que tiene voz sobre lo que a usted, particularmente, le gusta o disgusta. Si su opinión no concuerda con la del resto, no se preocupes, no por ello es un mal catador. Catar un vino es una experiencia personal en la que cada uno tiene que sacar sus propias conclusiones: cada uno percibe el vino de una manera distinta. ¡Ojalá no perdiéramos nuestro candor inicial! con el tiempo vamos adaptando nuestro gusto al de la mayoría y acabamos dando por bueno lo que menos se desvía de ese patrón, despreciando en el camino vinos singulares que pueden ser maravillosos. Triste e injusto.

Contrariamente a lo que muchos creen, la cata no es una actividad exclusiva para expertos. No es necesario ser enólogo o sumiller para dar nuestra opinión y nadie sabe mejor que nosotros mismos cuál es el vino que más nos gusta. Por tanto no hay opiniones correctas y equivocadas, cada uno percibe el vino de manera distinta. Pero a catar no se aprende en un día. La cata es un ejercicio de atención, que precisa entrenamiento y concentración. Como resultado de cada cata tendremos una opinión basada en la comparación con vinos probados anteriormente y cada vino nuevo se sumará a nuestro registro mental, enriqueciendo nuestra experiencia sensorial.

La última añada

Vivir en esta tierra tiene la ventaja de que nunca faltan oportunidades para experimentar con vinos distintos. A nada que tenga interés, en poco tiempo habrá probado tantos que enseguida tendrá su propio criterio. Verá cómo, según se sumerja en esta amplia y rica área de conocimiento, según vaya probando diferentes vinos, su mochila de conocimientos se hace mayor y cómo, poco a poco, es capaz de entender por qué hay tanta gente apasionada con todo lo relacionado con este mundo.

Una última sugerencia. En estas fechas, una vez terminada la fermentación maloláctica, los vinos de la última cosecha están ya listos. Estos vinos, que llamamos del año o de cosechero, apenas salidos del tino de fermentación, ahora y en los primeros meses del año son un placer para los sentidos. Un privilegio que sólo los que estamos cerca podemos permitirnos.Y recuerde, lo único que realmente cuenta es la satisfacción personal. Disfrutar, de eso es de lo que se trata. Con nuestra oferta de vinos y gastronomía el placer está garantizado.