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Un ingenio riojano para el viñedo del futuro

Un ingenio riojano para el viñedo del futuro

  • La UE examina en septiembre el VineRobot, el proyecto europeo liderado por la UR para crear un vehículo equipado con sensores que permitirá saber de inmediato el estado de una viña y sus uvas

Logroño. Después de año y medio de trabajo, el VineRobot, el proyecto europeo liderado por la Universidad de La Rioja avanza a buen ritmo, a la espera de ser sometido, a mediados de septiembre, al primer examen de la UE, que ha invertido en la iniciativa 2,1 millones de euros.

El objetivo del proyecto es desarrollar un robot, un vehículo terrestre autónomo, no tripulado, y dotado con sensores no invasivos para la toma de todos los datos y variables sobre el estado de un viñedo (desarrollo vegetativo, estado hídrico, producción, composición de la uva...), que serán transmitidos casi de inmediato al dispositivo (tablet, smartphone u ordenador) del viticultor.

Bajo la coordinación de la UR, encargada de liderar la iniciativa, trabaja un consorcio europeo en el que están integradas otras dos universidades -la Universitat Politècnica de València y la Hochschule Geisenheim alemana- y cuatro empresas -las francesas FORCE-A, dedicada a la producción de sensores no invasivos; y Wall-YE, encargada del desarrollo del robot; la bodega cooperativa gala de Burdeos Les Vignerons de Buzet, cliente final del VineRobot; la italiana Sivis, especializada en visión artificial y sistemas de vigilancia y reconocimiento; y la riojana Avanzare, puntera en nanotecnología.

«La idea nació aquí en la UR, en el grupo de investigación Televitis, por nuestro interés en las nuevas tecnologías aplicadas a la monitorización del viñedo. A partir de ahí fuimos capaces de desarrollarla y plasmarla en un documento, luego buscamos socios estratégicos de diferentes países y por fin logramos que fuese financiado por la UE con 2,1 millones», explica Javier Tardáguila, profesor de Viticultura de la UR, director de Televitis y coordinador del proyecto VineRobot.

«Estamos en el ecuador del proyecto y, tras las modificaciones en la navegación del robot, en las próximas semanas se instalarán en el vehículo los sensores, el gps y el ordenador porque en un par de meses tenemos las primeras pruebas reales. A mediados de septiembre acudirán a Burdeos autoridades, inspectores y expertos de Bruselas para someter al VineRobot al primer examen», explica Tardáguila.

A falta de ese ensamblaje, el robot prosigue en Francia su desarrollo, en la finca de 2.000 hectáreas de Les Vignerons de Buzet, una cooperativa de Burdeos que elabora 15 millones de botellas anuales. Allí, Wall-Ye introduce las modificaciones necesarias para mejorar su navegación y la gestión de los sensores. «Supone un reto tecnológico porque se trata de un vehículo autónomo que debe ser capaz de moverse por el viñedo sin intervención humana», resume el coordinador, quien aclara que «la navegación del robot se hace con visión estereoscópica; el vehículo, gracias a una cámara y unos algoritmos, es capaz de interpretar los obstáculos que surgen y guiarse, lo mismo que al final de la hilera de cepas, para girar y recorrer la siguiente».

Paralelamente, el resto de socios trabaja en la otra clave del proyecto, los sensores. «Las pruebas las estamos haciendo estos días en viñedos de Tudelilla, aunque el año pasado, estuvimos en Ábalos. Para simular el prototipo, colocamos en un quad los sensores, tanto los que obtendrán el estado hídrico, basados sobre todo en la termografía y el infrarrojo cercano, como los que estimarán la producción de uva», resume Tardáguila, quien concreta los objetivos: «El reto es que hay que hacer todas las mediciones sin tocar el viñedo, ni las hojas ni las uvas, y en continuo porque el robot no para, sino que mantiene una marcha continua a una velocidad de 5 kilómetros por hora, una hectárea por hora, lo que hará que se convierta en una herramienta real de trabajo».

El ingenio será capaz de medir el estado hídrico del viñedo, para determinar si es necesario regar o no; la composición de la uva y su color, los antocianos; el azúcar; la cantidad de uvas o rendimiento del viñedo... Todos las variables llegarán a la tablet o smartphone del viticultor en forma de mapas, con todos los datos georeferenciados con sus coordenadas.