En las faldas de Monte Yerga

Gonzalo Pastor, representante de la última generación de esta familia que se dedica a la viticultura desde tiempos inmemoriales, subraya la importancia de la viña: «En bodega disponemos de los mejores sistemas posibles de elaboración, pero lo esencial es el trabajo en el campo. Nosotros nos desvivimos por nuestras viñas, por su sanidad, por contar con la mejor selección clonal y por darle importancia a todas las fases del ciclo vegetativo». Y habla de su tempranillo: «Le dedicamos 90 hectáreas y es una variedad capaz de dar individualmente, en nuestra zona, vinos de la más alta categoría uniendo a la potencia y a la elegancia una gran cantidad de registros aromáticos y gustativos, lo que les hacen ser muy aptos para la crianza. Nos encanta».