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Imagen tomada con un dron que muestra una vista aérea de un paisaje otoñal formado por viñedos en Leytron, Suiza. :: VALENTIN FLAURAUD (EFE)
«Show must go on»

«Show must go on»

Pese a la opinión de algunos prescriptores, recomiendo no tragarse la milonga sobre la supuesta uniformidad de los vinos porque no es ciertaMitos y leyendas del vino: todos los vinos son iguales

ANTONIO PALACIOS

LOGROÑO.

Miércoles, 28 de noviembre 2018, 00:33

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«Lamentable, hoy en día todos los vinos son iguales». Lapidaria frase que escuché en un congreso enológico para estudiantes a un conocidísimo y experimentado periodista español especializado en vino. Me quedé pensativo... Para mí era el fin del mundo, se acabó el espectáculo... En tal estado de shock, me hice la siguiente pregunta: ¿de verdad que todos los vinos se parecen tanto? No es mi experiencia, pero... Aquí las respuestas más extremas que encontré y que me animaron a pensar que el espectáculo debe continuar: 'show must go on'.

Según el genetista José Villamouz, existen alrededor de 10.000 variedades de uva en todo el mundo, 1.300 de ellas de vinificación y cada una se comporta diferente dependiendo de las condiciones micro-climáticas y edafológicas. Además, cada una produce vinos distintos dependiendo de la bodega, del itinerario enológico empleado, la levadura inoculada, la tecnología, la crianza, la barrica, el tostado... y qué decir de la personalidad e impronta del bodeguero. ¿De verdad que nos vamos a tragar esa milonga de que todos los vinos hoy en día son iguales? Yo no, me niego. Solo en España se han registrado más de 300 variedades de uva de vinificación distintas y existen más de 4.600 bodegas y unas 18.000 marcas de vino. A nivel mundial se estima que puede haber unas 170.000 marcas distintas. Vamos a hablar de ejemplos de vinos radicales que existen en el mundo:

El viñedo con mayor altura en el mundo está ubicado en la región de Salta, en las montañas de los valles Calchaquíes, a 3.100 metros sobre el nivel del mar, siendo la bodega más antigua de Argentina. Cuenta con cepas de más de 160 años de antigüedad (torrontés y malbec).

«¿De verdad que todos los vinos se parecen tanto? No es mi experiencia»

El viñedo más al Norte del mundo se encuentra en la provincia de Gvarv en Noruega (Latitud 59,5°N), cultivando la variedad solaris, un híbrido creado en 1975 muy resistente al frío y a las heladas. También existen viñedos en Suecia en la provincia de Scania, 10 hectáreas plantadas con solaris y rondo, otro híbrido. En Finlandia hay menos de 1 hectárea cultivada con la variedad Zilga (Latitud 61,1°N), que utiliza el agua de reactores nucleares para crear un microclima. Sin batir records, debemos mencionar por lo exótico del lugar los viñedos del Niágara en Canadá, donde nace uno de los mejores vinos ice wine (vino de hielo) del mundo.

En el hemisferio Sur, la viña más extrema se encuentra en Nueva Zelanda, en Alexandra (Latitud 45,3ºS), pero es más conocida la provincia de Central Otago, donde la pinot noir es la estrella. Otro lugar donde se planta vid es en Tasmania, en el valle de Huon, (Latitud 43ºS).

No tenemos que irnos muy lejos para divertirnos con uno de los vinos más radicales del mundo, el vino submarino de Plentzia (Vizcaya). El nombre de la bodega es Crusoe Treasure.

¿Alguien da más? Pero es que ni siquiera es necesario hacer viajes tan largos para disfrutar de lo diferente.

Los viñedos de Lanzarote en España. Su singular paisaje sobre la gran extensión de cenizas volcánicas debido a la erupción del Timanfaya en 1730. Se caracteriza por el cultivo de viñas en hoyos excavados sobre las propias cenizas volcánicas para protegerlas del viento con pequeños muros semicirculares de piedra. En pleno desierto del Néguev, en Israel, nos encontramos con un pequeño viñedo mantenido con riego isotónico. O Sahara Vineyards en El Cairo, Egipto, enfrentándose a los cambios extremos de temperatura del día a la noche, a la completa falta de lluvia y al hecho de que la arena del desierto no contiene materia orgánica ni nutriente.

En Colombia tenemos viñedos tropicales que ofrecen dos cosechas al año y vinos interesantes. Es en el Valle de Bocayá, igual que en algunos páramos de Lara y Zulia en Venezuela. En el Valle de la Becá en Beirut, Líbano, donde los fenicios introdujeron la viticultura por su fertilidad como planta agrícola. Isla de Fogo en Cabo Verde, donde los viñedos están marcados por un volcán limítrofe que aún permanece activo. Red Mountain Estate en Birmania en el Estado de Shan, área donde se produce también opio y heroína con menos suerte. Utilizan cepas importadas desde Francia y España. Vin de Tahiti, en la Polinesia Francesa del corazón del Pacífico Sur, cerca de Rangiroa, uno de los atolones más grandes del mundo. Conocido por sus arrecifes de coral y ahora también por sus vinos.

Ahora bien, si queremos además salirnos de lo convencional, y para los amantes de lo bizarro, aquí mostramos todavía cosas más extrañas y extravagantes, aunque en estos casos no deben ser considerados como vino estrictamente hablando:

1. Vino de chocolate, elaborado con chocolate natural, azúcar y uvas.

2. Vino de ortiga elaborado con las yemas florales o capullos que nacen en la zona superior, se suelen añadir ingredientes adicionales como jengibre, tomillo o perejil.

3. Vino de cannabis, muy popularizado en EEUU, de consumo local completamente legal.

4. Vino de meteorito, vino chileno que se ha creado usando un meteorito formado durante el nacimiento del sistema solar que se sumerge en el mosto durante el proceso de fermentación, (fuente: Ivan Redondo).

5. El vino de serpiente es una bebida alcohólica producida por infusión de serpientes enteras en vino chino, siendo considerado un remedio importante en la medicina tradicional. Puede encontrarse en China, Vietnam y por todo el sureste asiático.

6. Vino picante, con la maceración de pimientos del padrón y piparras del País Vasco, siguiendo la receta secreta que obra en manos del que escribe (si alguien quiere más información, no tiene más que pedirlo).

7. Vino azul, elaborado en España en base de vino con pigmento vegetal de color índigo.

Así que en un mundo tan abigarrado y poliédrico como es el universo vino, creo que la única razón que tenemos para ponernos tristes es que no tenemos días suficientes en nuestra vida para poder conocer todas sus variantes.

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