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Cata de vinos rosados, una elaboración al alza. :: Sonia Tercero
El vino que tiene Asunción...

El vino que tiene Asunción...

Los rosados se han convertido en vinos de 'tendencia' y gran interés actual: España produce más de una quinta parte de la producción mundial

ANTONIO PALACIOS

LOGROÑO.

Miércoles, 27 de diciembre 2017, 09:53

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¿Entonces de los vinos rosados ni hablamos, no? Hagamos una excepción. La producción mundial de vinos rosados ha aumentado mucho en estos últimos años gracias al impulso del incremento en su consumo, lo que demuestra que son vinos de tendencia y de gran interés actual y que están en el punto de mira de bodegueros, enólogos, críticos especializados y sumilleres, lo que ha provocado que las grandes empresas empiecen a apostar fuertemente por este tipo de vino.

Muchos de los datos que aquí se presentan proceden de un estudio sobre vinos rosados llevado a cabo por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y el Comité Interprofesional de los Vinos de Provenza (CIVP). Este informe analiza las tendencias de producción, consumo y los flujos comerciales de los vinos rosados en el mundo.

El análisis de datos sobre vinos rosados ha permitido estimar una producción mundial cercana a los 24,3 millones de hectólitros, casi un 10% de la producción mundial excluyendo a los vinos espumosos. Cuatro países representan el 80 % de la producción: Francia (± 7,5 millones de hectólitros), España (± 5,5 millones de hectólitros), Estados Unidos (± 3,5 millones de hectólitros) e Italia (± 2,5 millones de hectólitros). España es el segundo productor representando más de una quinta parte de los vinos rosados producidos a nivel mundial y el principal país exportador con un 46,3 % del volumen. Francia es el mayor productor, pero necesita importar de España debido a su alto consumo interno.

«Los rosados son los más difíciles: entre el blanco y el tinto, entre el yin y el yang, entre el cielo y el infierno...»

Las exportaciones mundiales de vinos rosados (calculados en unos 10 millones de hectólitros) han experimentado un crecimiento estimulado por una fuerte demanda de grandes países consumidores de vinos rosados, como Francia y Estados Unidos. Pocos países ven disminuir por ende su consumo, entre ellos, como no, España. Por el contrario, el consumo de rosado se globaliza y emergen muchos países nuevos, principalmente del Norte de Europa, como Reino Unido y Suecia, pero también Canadá y Hong Kong.

El desarrollo del consumo de vinos rosados está encabezado por franjas jóvenes de población, excepto en Francia, donde hablamos de un consumo más transgeneracional. Por otra parte, en la mayoría de países son las mujeres quienes declaran consumir más vinos rosados en proporción a los hombres, siendo en la mayoría de los casos las responsables del crecimiento por realizar su compra en grandes superficies.

El consumo de vino rosado a menudo es estacional: en Francia el 35% de los rosados se venden en verano frente al 15 % comercializado en invierno. Por lo tanto el vino rosado forma parte de los consumos «meteosensibles».

Mientras que la estacionalidad es muy marcada en Francia, lo es menos en el Reino Unido, donde se observa que el color del amor conlleva un mayor consumo en San Valentín, por ejemplo. Quizás el éxito comercial del vino rosado se deba a un cambio conceptual del propio vino, siendo entonces muy utilizado para barbacoas, terrazas de verano, festivales bajo el sol, apareciendo entonces como un vino especialmente 'vacacional' y eso mola, especialmente para consumidores jóvenes desenfadados.

Pero si el vino en general se resiste a doblegarse a las modas y tendencias, el vino rosado no puede hacerlo y el de color 'pálido' o al estilo 'provenzal' pisa fuerte en el mercado internacional tras consolidarse en países como Francia, EEUU, Alemania o Reino Unido y a nivel nacional en puntos de gran afluencia turística del Mediterráneo. Ahora, los nuevos rosados son vinos más frescos, ligeros, con mucha fruta, tonos florales y una buena acidez, más próximos a los blancos pero como no, sin llegar a ellos.

Elaboración de rosados

A nivel de elaboración, los vinos rosados sobreviven a una gran incertidumbre tecnológica, las uvas rosadas no existen. Desde mi punto de vista son los vinos más difíciles de hacer, pues se mueven entre el blanco y el tinto, el yin y el yang, el cielo y el infierno. Son vinos que no admiten maquillajes, ni taninos, ni crianza, ni madera. Deben elaborarse desnudos, como cantar ópera sin acompañamiento instrumental o prescindir del color para pintar una obra de arte o hacer magia sin sombrero de copa ni barita. Siempre en la cuerda floja.

En términos ingleses y/o franceses hay tres formas de elaborar éstos vinos 'Skin contact' o maceración prefermentativa típica, que es quizás la práctica enológica más utilizada y obligatoria en algunas Denominaciones de Origen bien reputadas por sus vinos rosados. Consiste en mantener en contacto uvas con el mosto hasta conseguir el color deseado y después se prensa descartando las pieles. Otra forma de trabajo es el conocido 'Saignée' o sangrado, donde en una vivificación en tinto se extrae parte del mosto para poder elaborar un vino tinto más concentrado, tratándose entonces el rosado casi como un subproducto.

Por último existe la técnica del 'Blending' que consiste simplemente en mezclar vino blanco con un poco de tinto hasta conseguir la tonalidad de color deseada. Es la técnica menos valorada por las bodegas y es prohibida en algunas regiones afamadas, sin tener en cuenta muy honrosas excepciones.

Existen además dos grandes tendencias mundiales: el 'pale rose' de perfil afrancesado Provenzal, con tonos rosa muy pálidos, también conocido de forma desenfadada como el pantera rosa, y el 'blue rose' con más estilo americano y tonalidades violáceas, neón discoteca o azulones. Pero si uno quiere estar en la movida, las situaciones intermedias no existen más que en la mediocridad o en la nebulosa de situarse en medio de ninguna parte.

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