Un viticultor de Elvillar, José Antonio Sáenz de Urturi, ha patentado un aplicador para sellar heridas de poda que duplica la eficiencia y rapidez del tradicional cubo y pincel: «Mi padre lleva toda la vida en el viñedo y cuando se jubiló comenzó a darle vueltas a la cabeza sobre cómo trabajar rápido y con seguridad en la prevención de las enfermedades de madera», explica su hijo y socio en el proyecto, Víctor Sáenz de Urturi. «Han sido cuatro años de pruebas, de ensayo y error, hasta que finalmente dimos con un aplicador relativamente ligero, de unos 3,5 kilos con la carga del desinfectante incluida que se lleva en una pequeña mochila, y que permite a una única persona sellar las heridas de poda con garantías y en un tiempo más que razonable».
El sistema patentado por este viticultor acaba de ser galardonado por la Feria Tecnovid de Zaragoza, que se celebra a partir del 26 de febrero, con un reconocimiento como 'Novedad Técnica Sobresaliente'. «Estamos trabajando las ferias y para nosotros es muy importante poder dar a conocer este sistema que permite, a una sola persona, sellar 4.800 cortes de poda en una hora y 38.000 por día».
Las cifras no son broma, ya que se calcula que además el sistema reduce riesgos laborales al no estar el viticultor en contacto con el producto químico: «Varias bodegas importantes de Rioja, ya están equipando sus cuadrillas con este equipo y lo estamos vendiendo también en países como Bélgica, Portugal e Italia, mientras que tenemos contactos también en Chile y Australia», explica Víctor Sáenz de Urturi. Lo comercializan a través de la empresa logroñesa Agrícola Urturi (www.filanic.com) a un precio de 495 euros)
Las enfermedades de madera son consideradas el cáncer del viñedo, la 'filoxera' del siglo XXI, y son hoy por hoy el mayor problema de la viticultura a nivel mundial. De momento, no hay tratamientos curativos y únicamente la prevención es la forma de actuar contra estos males responsables del arranque de muchas cepas que obligan a reposiciones continuas de marras. La poda, práctica imprescindible en invierno todos los años, deja una herida en los viñedos y, como cualquier cicatriz, tiene riesgos: «Se aplica un producto cicatrizante a cada herida para evitar contagios de cepa a cepa, pero lleva tiempo y trabajo», explica Sáenz de Urturi. «Hay muchos viticultores mayores y, cuando los años no son buenos, también hay gente que ahorra para no gastar, pero al final lo paga el viñedo».